(dpa) – Hace un año, el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, dio a la compañía el nuevo nombre de Meta para consolidar su enfoque en los mundos virtuales: el «metaverso«. Entre tanto, los miles de millones invertidos en el futuro absorben una parte cada vez mayor de los menguados beneficios de la empresa. Y tampoco es previsible cuándo y si estos darán algún fruto. Sin embargo, Zuckerberg se aferra a su idea y se arriesga a que el precio de las acciones se desplome.
Al anunciar el cambio de nombre, Zuckerberg no escatimó en palabras. «Estamos convencidos de que el metaverso será el sucesor de la Internet móvil», aseveró. La tecnología, prosiguió, creará la sensación de presencia, «como si estuviéramos allí mismo con la gente, sin importar lo lejos que estemos en realidad».
Un año después, esta visión no parece estar más cerca. La empresa se llama ahora Meta en lugar de Facebook. Sin embargo, su pilar fundamental siguen siendo los ingresos por publicidad que Facebook e Instagram aportan con sus miles de millones de usuarios. Zuckerberg subraya ahora que el cambio llevará tiempo. «No es que estas cosas vayan a estar listas en un año o incluso en dos o tres años», declaró recientemente al blog tecnológico The Verge. Zuckerberg añadió que el grupo está decidido a seguir adelante: «Lo haremos durante la próxima década, o el tiempo que sea necesario», puntualizó.
La invención del futuro devora miles de millones. Solo en los nueve primeros meses de este año, Reality Labs -la división corporativa que agrupa todo lo relacionado con el metaverso y las gafas para visualizar la realidad virtual- acumuló unas pérdidas operativas de 9.400 millones de dólares. Y eso con una facturación de solo 1.400 millones de dólares.
Al mismo tiempo, Zuckerberg y Meta tienen el problema de que su negocio principal está ganando menos dinero. Las aplicaciones de Meta generaron en lo que va del año un beneficio operativo de 32.000 millones de dólares, mientras que en el ejercicio anterior este había sido de 41.000 millones. Calculado de forma diferente: en aquel entonces, el metaverso consumía algo menos del 17 por ciento del beneficio operativo; este año, supuso casi el 30 por ciento. Y Zuckerberg dejó entrever que los costes de los Reality Labs serían considerablemente mayores en el próximo año.
Los inversores están alarmados. Las acciones se encuentran en descenso y, según las últimas cifras trimestrales, han vuelto a caer alrededor de una quinta parte. Los analistas, habitualmente reticentes, quisieron saber de boca de Zuckerberg en una conferencia telefónica por qué hay tantas «apuestas en experimentos» en este momento, y «por qué cree que darán resultado».
Zuckerberg no se dejó intimidar. «Entiendo que mucha gente pueda estar en desacuerdo con esta inversión», admitió. «Pero creo que va a ser algo muy importante y sería un error no centrarse en estas áreas», aseveró.
Meta espera despertar el interés de las empresas por la idea de mundos virtuales que puedan albergar sus procesos y negocios. Zuckerberg explicó que los cerca de 200 millones de ordenadores que se compran cada año, principalmente para fines profesionales, podrían ser sustituidos por tecnología metaverso, como por ejemplo las gafas. Al menos, con el tiempo. Al presentar recientemente las gafas Quest Pro VR, el empresario mismo matizó que solo las generaciones posteriores habrán alcanzado el nivel de madurez necesario.
Meta, por su parte, no espera volver a aumentar los ingresos hasta el próximo año. Por un lado, los anunciantes están recortando sus gastos de marketing debido a las presiones inflacionistas y las preocupaciones económicas. Por otro lado, las medidas de Apple para proteger la privacidad están costando a Meta miles de millones.
Los proveedores de aplicaciones, como Facebook, tienen ahora que pedir autorización a los usuarios de iPhone si quieren rastrear su comportamiento en diferentes servicios y aplicaciones. Muchos se negaron a ello y, por tanto, destrozaron los modelos de negocio de la publicidad en línea que se basaban en este seguimiento permanente.
El deseo de Zuckerberg de protagonizar la próxima plataforma informática es comprensible. En el sector de la Internet móvil con los dispositivos actuales, Meta es, a pesar de los miles de millones de usuarios, solo un huésped en las plataformas de Apple y Google, jugando este último un papel clave en el sistema Android.
Sin embargo, Meta no es ni mucho menos la única empresa que quiere consolidarse en el metaverso. Por ejemplo, Nvidia, especializada en tarjetas gráficas e inteligencia artificial, gestiona su plataforma «Omniverse», en la que las empresas, por ejemplo, pueden crear fábricas virtuales enteras para optimizar sus operaciones.
«Desde nuestro punto de vista, el metaverso es la continuación directa de Internet», afirma Rev Lebaredian, responsable de Nvidia. El ejecutivo añadió que la diferencia radica en que se pasa de un mundo bidimensional a un entorno 3D, y que para ello serán necesarias muchas normas, para las que al final todos los actores tendrán que ponerse de acuerdo.
Y la compañía Apple, actualmente en disputa con Meta, también lleva años alineando sus propios componentes del metaverso, aunque denomine al concepto de forma diferente. En principio, se espera que Apple fabrique unas gafas que -al igual que las Quest Pro– puedan grabar su entorno con cámaras y mostrarlo al usuario con detalles adicionales. Según los medios de comunicación y los analistas, estas podrían llegar en 2023, lo que podría volver a avivar la lucha por el metaverso.
Por Andrej Sokolow (dpa)