A pesar del nivel de riesgo, es preciso que las empresas sigan en pie por el bien de la economía global. Por ello, y a fin de normalizar la situación sin comprometer la imagen de la empresa y mucho menos la salud, las mascarillas personalizadas aparecen en la empresa casi como una modalidad de márquetin. Eso sí, otorgando una subyacente sensación de unidad incomparable.
Identidad e integridad ante la pandemia
Las medidas de seguridad e higiene ante contagios por los rebrotes de la Covid-19 son una realidad indiscutible. Cubriendo gran parte de nuestro territorio con altísimas zonas de riesgo, es indispensable para nuestra integridad y el bien de nuestros seres queridos y conciudadanos velar por la máxima precaución posible. Aunque la promesa de una vacuna esté sobre la mesa, pero su aplicación aún persista en una borrosa línea de futuro, es preferible, por salud mental, encarar el mal tiempo con buena cara. Por ejemplo, con un cambio tan sencillo, y a la par tan acertado, como cambiar los aburridos cubrebocas quirúrgicos por mascarillas personalizadas para empresas.
Tras la dura cuarentena, el espíritu de quienes pudimos salir al exterior, entretanto o llegada ya la desescalada, se vio mermado por la impactante imagen de individuos cuyo único distintivo era una mascarilla blanca o azulada impidiendo su expresión. No obstante, muchos optaron por alternativas más animadas, e incluso hilarantes, para enfrentarse al coronavirus con lo mejor que tenemos: el buen humor y el temple que éste nos confiere. Una alternativa al semblante aquejumbrado y serio de los cubrebocas estándar que, en el caso de una empresa, puede tanto reforzar el ánimo de la plantilla, como convertirse en una pequeña muestra publicitaria y cohesión de equipo.
Imagen corporativa y protección
Cada vez más las empresas, dada la necesidad de equiparse con seguridad sin comprometer su labor, están optando por mascarillas personalizadas. Un modo de identificar la imagen de marca sin poner en riesgo la salud de los trabajadores. Esta medida puede tanto llevarse a cabo mediante la sencilla impresión del logo del negocio en la mascarilla, como llevando a cabo un diseño mayor que pase por otorgar una mayor seña de identidad a la empresa. Porque justamente en estos difíciles momentos es cuando se debe tomar consciencia y abogar, además de por la seguridad de todos sin excepción alguna, por todo cuanto podamos ofrecer de novedoso en el tejido empresarial.
Algunos establecimientos, especialmente la restauración, han optado por combinar la inclusión de su logotipo con sus colores corporativos. Pero dicha medida no es tan sólo fruto del ánimo de normalizar en todo lo posible esta situación, sino que también consiste en un modo de profesionalizarla. Los uniformes laborales están sujetos a un componente de homogeneidad que siempre consigue, frente al cliente, establecer una línea clara de cohesión. Motivo por el que éste puede incluso reforzar la confianza y la fidelización del cliente ante la marca que percibe fiel a su propósito. Asimismo, evitar el uso de mascarillas de distinto tipo y apostar por un solo diseño, además de personalizado, permite al equipo identificarse con su empresa y, por tanto, superar cualquier sensación de desamparo.
La sensación de unidad
Sentirse parte de un grupo mayor de seres humanos nos permite adquirir una mayor confianza en nosotros mismos. Hecho por el que incluir dicho detalle en una empresa en tiempos de Covid-19 fomenta el rendimiento del trabajador. Ya no somos un individuo más enfrentándose a una jornada asediada por el riesgo de contagio, sino que nos convertimos en un trabajador competente y tenaz y cuya confianza en el resto del equipo servirá para realizar la tarea con suma destreza. Porque refinar la profesionalidad de un trabajador debe pasar siempre por reflejar en ella una total sensación verificable de seguridad en el entorno y en la participación de éste en tales escenarios.
Del mismo modo, no hay que olvidar el subyacente márketing que ello permite. Sin ir más lejos, visualizar tan claramente, y tan a menudo, el logotipo de una empresa consigue que el cliente la retenga mejor en su memoria. Con ello, la contemplación de un grupo de individuos que realizan su tarea con una total homogeneidad, abarcando así tanto su aspecto como su labor coreografiada por una apariencia estética gemela. Así como siempre queda en nuestras retinas la marcha de un ejército ataviada con su distintiva y compartida vestimenta, una plantilla entera protegida con la imagen de la empresa sugiere la misma sensación de coherencia y unidad.
Por supuesto, es obligatorio que, en caso de optar por esta modalidad de mascarillas, se tenga siempre como criterio máximo su eficiencia. Desafortunadamente, muchas de las mascarillas del mercado, personalizadas o no, no cumplen con los estándares establecidos por organizaciones como la OMS. Un hecho que podría desembocar en una grave consecuencia como lo es ya de por sí el contagio. Es preciso recurrir a mascarillas que gocen de toda la protección posible, que no permitan el paso de partículas tóxicas y, menos aún del coronavirus. Pero aunque la situación parezca, y sea, francamente delicada, mejor combatir cualquier pandemia, además de con seguridad, con un aspecto corporativo acorde con la profesionalidad que requieren las circunstancias.