(dpa) – Más de cien vacunas contra el coronavirus están en proceso de investigación. ¿Es algo exagerado? No, según aseguran desde la ciencia, porque aún resta mucho por hacer y esto podría salvar al mundo de la próxima catástrofe.
En algunos países de Europa se conocen solo las vacunas contra covid-19 de Astrazeneca, Biontech/Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, pero el mercado es mucho más amplio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha reconocido ocho vacunas por considerarlas eficaces y seguras, al tiempo que varias otras se encuentran en una etapa de prueba.
Cerca de dos docenas de vacunas distintas se utilizan en todo el mundo, entre ellas algunas de Irán, Cuba y China. Y la investigación avanza a alta velocidad.
Según informó la OMS, ya se han probado clínicamente más de 130 vacunas contra el coronavirus, mientras otras casi 200 se encuentran en la fase previa de desarrollo. Pero, ¿son necesarias tantas?
«No», es la clara respuesta del médico experto en enfermedades tropicales Jakob Cramer. El experto alemán es director de desarrollo clínico en la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), integrada por gobiernos, la OMS, laboratorios productores de vacunas y fundaciones que promueven la investigación de nuevas vacunas.
CEPI ha cofinanciado una docena de vacunas contra covid-19, entre ellas las de Moderna y Astrazeneca.
No obstante, Cramer afirma en una entrevista con dpa que la investigación es importante. «En la investigación de vacunas, en general, el 90 por ciento de las candidatas se queda en el camino», explica.
La nueva variante ómicron del virus pone en evidencia los desafíos: las vacunas deberán probablemente ser adaptadas para brindar la mejor protección posible contra ómicron.
Moderna y Biontech/Pfizer ya están investigando al respecto y consideran posible desarrollar una adaptación de sus respectivas vacunas para la primavera europea de 2022.
Annelies Wilder Smith, profesora de nuevas enfermedades infecciosas en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, afirma que esto no cambia el hecho de que la vacunación básica con una o dos dosis es altamente eficaz y debe continuarse.
El laboratorio alemán Biontech anunció recientemente que, según sus resultados preliminares de laboratorio, se necesitan tres dosis de su vacuna para obtener una protección suficiente contra la variante ómicron.
La OMS subraya, no obstante, que la mayor cantidad de infecciones corresponde, y por mucho, a la variante delta, de la que las vacunas existentes protegen muy bien.
Cuantas más personas se apliquen las vacunas existentes, menos nuevas variantes podrán generarse, según afirma Florian Krammer, profesor de ciencias de la vacunación de la Escuela Icahn de Medicina del hospital Mount Sinai de Nueva York.
El científico señala que en el caso de las personas que se contagian pese a estar vacunadas, es probable que el virus se multiplique más lentamente que en aquellas que no se han vacunado.
Aparte de eso, también se necesitan otros tipos de vacunas. Los países más pobres, por ejemplo, necesitan vacunas que puedan conservarse sin necesidad de mantenerlas a muy bajas temperaturas, como por ejemplo las de Biontech/Pfizer y Moderna.
La OMS anima a los laboratorios a continuar investigando. «Nuestro trabajo es salvar tantas vidas humanas como sea posible», subraya el experto en vacunas de la OMS Bruce Aylward. Se está investigando en Alemania, China y Estados Unidos, como también en Turquía, Vietnam, Tailandia y otros países.
«En Alemania tenemos buenas vacunas contra el coronavirus, pero lo mejor siempre es el enemigo de lo bueno», sostiene Cramer.
El experto estima que quizás en 2022 se pueda desarrollar una vacuna que no solo proteja de un curso grave de la enfermedad, sino también de la transmisión del virus.
También se investiga actualmente cómo proteger mejor a las personas con inmunodeficiencia o sobre vacunas que puedan administrarse como un espray nasal, del tipo de las que se aplican actualmente contra la gripe en algunos países.
En 2022, el punto de partida es totalmente distinto del que había durante el desarrollo de las primeras vacunas contra covid-19. Para entonces, estima Cramer, una gran parte de los habitantes del planeta debería estar vacunado o contar con anticuerpos naturales tras unas infección con el virus Sars-CoV-2.
El directivo de CEPI menciona también la posibilidad de que sea suficiente aplicar las vacunas de refuerzo en dosis más bajas. «Esto también lograría resultados de tolerancia aún mejores», agrega.
CEPI busca una vacuna que proporcione una protección completa contra el Sars-Cov-2 y otros de los denominados beta-coronavirus al mismo tiempo.
Porque para todos está claro que la próxima pandemia está por llegar, probablemente con otro virus que ataque el sistema respiratorio. «Pensamos mucho en cuál podría ser la próxima amenaza pandémica», asegura Hamilton Bennett, directora de acceso a las vacunas de la empresa estadounidense productora de vacunas Moderna.
La OMS lleva una lista de cerca una docena de patógenos que podrían suponer una amenaza. Moderna investiga las propiedades de casi todas esas familias de virus y ya está realizando estudios, apunta Bennett.
«Si luego aparece una cepa peligrosa dentro de esa familia de virus, podemos ser muy rápidos», dice Bennett a dpa. En ese caso, señala, se lograría preparar una vacuna lista para aplicar en 100 días o incluso menos.
Los 100 días también son una meta de CEPI respaldada por los países del Grupo de los Siete (G7).
Bennett precisa que esto es posible gracias a la tecnología de ARN mensajero (ARNm) que fue utilizada por primera vez para algunas de las vacunas contra el coronavirus, como la desarrollada por Biontech junto con su socio estadounidense Pfizer.
El Reino Unido se convirtió en diciembre de 2020 en el primer país del mundo en conceder la aprobación de emergencia a la vacuna de Biontech. Allí, la campaña de vacunación comenzó el 8 de diciembre de 2020 con una mujer de 90 años.
Al recibir las vacunas con ARNm, las células del cuerpo reciben el plano de un pequeño componente del virus, que se descompone al cabo de poco tiempo. A continuación, las células producen por sí mismas la llamada proteína espiga, con lo que el sistema inmunitario forma anticuerpos contra el patógeno.
Según explica, en el caso de usarse para una vacuna contra otro virus, se utilizaría un plano diferente, pero el proceso seguiría siendo el mismo.
La experta afirma que si las autoridades reguladoras reconocen que el proceso en sí mismo es seguro y solo se debería cambiar el plano para los nuevos patógenos, entonces no sería ya necesario realizar largos estudios. Y en ese caso, en el marco de 100 días o menos se podría tener lista una vacuna.
También Cramer considera que las vacunas con tecnología de ARNm representan un punto de inflexión en el negocio de las vacunas. «Es espectacular lo que pueden hacer», destaca. «Pueden ser adaptadas muy rápidamente en el caso de que aparezcan nuevas variantes. Creo que allí hay aún un gran potencial».
Por Christiane Oelrich (dpa)