Sochi (Rusia), 21 jun (dpa) – En la veraniega Sochi, Joachim Löw intenta transmitir tranquilidad a un equipo que está nervioso. A pesar de que Alemania se jugará la vida el sábado ante Suecia, el técnico parece un turista paseándose en pantalones cortos y gafas de sol en la arena de la ciudad que da sobre el mar Negro.
Nada quita la paz a Löw, que hasta se hace una selfie con un niño ruso que lo reconoce. A propósito o no, la calma del técnico alemán contrasta con la situación de la «Mannschaft» en Rusia: tras caer 1-0 ante México en el debut, quedará al borde del abismo si no vence a Suecia.
En esa medida, la pregunta de si es el fin de una era llegó con fuerza a la ciudad costera, a la que Alemania se trasladó desde su cuartel en Moscú para preparar el crucial partido ante los escandinavos.
«¿Ya dejamos de ser campeones del mundo?», se preguntó un irritado Oliver Bierhoff, el mánager de la selección alemana. «Desde 2004 hemos tenido un enorme ascenso, ¿acaso todo eso quedó ya olvidado por hacer un mal torneo?», replicó el ex delantero.
Es, de cualquier forma, un mal comienzo para Alemania. Un arraque que, en palabras de Thomas Müller, se podrá corregir en los «dos duros retos» ante Suecia y Corea del Sur. «Nuestra situación es clara: debemos ganar los dos partidos», explicó sin ambages Bierhoff.
Alemania espera que el paso del aislado Vatukini a la veraniega Sochi, en la que Alemania regresó al hotel con vista al mar que la albergó en la Copa Confederaciones, traiga nuevas energías. «Es un buen break del tiempo de Moscú», expresó Bierhoff al respecto.
Por lo demás, el vestuario alemán intenta que sus líderes recuperen fuerza y que las críticas no abran una grieta interna que en nada le convendría al equipo.
La derrota ante México dejó marcas. Los defensores Jérôme Boateng y Mats Hummels, por ejemplo, no quedaron satisfechos con el descuido de los jugadores más adelantados, que los dejaban expuestos. Así, Toni Kroos, Sami Khedira, Mesut Özil y Thomas Müller lucieron sin demasiado ritmo.
«La presión es enorme, tenemos dos grandes tareas por delante. No ganaremos si nos separamos y buscamos los errores de los demás», alertó el propio Müller, uno de los líderes de Alemania y habitual en la «Mannschaft» desde hace 8 años.
Ante todo eso, Löw parece tener en mente un revulsivo para un equipo que se vio sin respuestas en varios momentos ante México, aunque será más una reforma que una revolución. «Habrá algún tipo de impulso, pero eso debe ser considerado con cuidado», señaló Bierhoff.
«El técnico reflexionará sobre qué va a pasar con el equipo titular, lo que pasará tácticamente», añadió el ex goleador. ¿Marcos Reus? «Me da igual la posición», dijo por su lado el jugador del Borussia Dortmund, que quiere dar una mano a su equipo.
Ayer por la mañana, con presencia de la policía rusa, el seleccionador alemán dirigió el primer entrenamiento de cara al crucial duelo del sábado, ya con el lateral Jonas Hector de nuevo en los entrenamientos tras su resfrío.
Los campeones del mundo se entrenaban bajo el intenso calor de Sochi mientras, al otro lado, en el parque de atracciones contiguo, los visitantes disfrutaban de la vista de las cimas del Cáucaso o subían a la montaña rusa. Solo los chillidos quebraban el silencio.
Löw deberá encontrar en las prácticas a puerta cerrada quién puede asumir la presión del sábado y, además, quién llega con más frescura y ánimo. «La serenidad no se puede entrenar», dijo Müller.
«Esta semana estamos intentando definir claramente las tareas», señaló Müller. «Cada jugador debe cumplir las tareas de su posición», continuó.
«La idea común debe ser perder menos el balón (…). Así nos veremos mejor como equipo. Eso debería ser efectivo», dijo Reus, la gran esperanza de cambio, que probablemente entrará por Julian Draxler o incluso por Mesut Özil.
«Tenemos la calidad. No podemos dudar de eso», afirmó Bierhoff. «Hay que imponer nuestro juego», añadió el dirigente, que anticipa que la del sábado no será una batalla en absoluto sencilla.
Por Klaus Bergmann y Jens Mende (dpa)