(dpa) – La tienda de ropa de la organización de ayuda «Ejército Voluntario» (Armija Volonteriv) en la capital ucraniana, Kiev, está abarrotada, pero no obstante prevalece el orden.
La ropa infantil donada se guarda en cajas según el talle, mientras que las chaquetas, blusas y camisas para adultos cuelgan de los percheros. Las ollas y los platos están apilados.
Las personas que tuvieron que huir a la capital desde otras partes de Ucrania a raíz del ataque ruso pueden conseguir aquí lo más necesario.
Nataliya Timofeyeva trabaja como voluntaria en la tienda de ropa. Ella misma es una de los millones de desplazados internos y procede de Kramatorsk, en el este del país.
Desde 2014, el Ejército ucraniano tiene su cuartel general en la ciudad de Donbass para luchar contra los separatistas controlados por Moscú. Por eso, apenas comenzada la guerra, el 24 de febrero de 2022, cayeron allí las primeras bombas.
La familia de Nataliya decidió huir junto con otras personas. «Era un convoy de 30 vehículos», relata la ucraniana, de 46 años. Cuenta que también ella recibió ayuda apenas llegó Kiev, y eso la motivó muy pronto a trabajar como voluntaria.
«Me sentí necesitada. Nos sentimos muy felices cuando podemos ayudar a alguien», revela.
La gran solidaridad de la sociedad, el compromiso de decenas de miles de voluntarios, es una de las razones por las que Ucrania ha resistido hasta ahora los embates de su gran vecino.
En este frente, detrás de la línea de combate, hay mucho trabajo por hacer. Los voluntarios sacan a la gente de las zonas disputadas, consiguen cascos, ropa de protección o vehículos para los soldados en acción. Además, retiran los escombros de las casas destruidas y ayudan a reconstruirlas y se aseguran de que los necesitados reciban alimentos y ropa.
Desde el comienzo de la guerra hasta finales de junio, el Ministerio de Justicia ucraniano registró 4.365 nuevas organizaciones sin fines de lucro.
Desde las grandes oleadas de protestas de 2004/05 y 2013/14, la sociedad ucraniana está acostumbrada a la autoayuda y se moviliza con rapidez.
El presidente Volodymyr Zelensky elogió recientemente a los voluntarios como «parte de los cimientos de Ucrania». Y subrayó: «Hoy en día, los voluntarios son la parte más fuerte de la sociedad civil ucraniana».
Esta sociedad civil también gestiona proyectos a gran escala. Por su parte, los famosos aprovechan su popularidad para pedir donaciones, como recientemente el presentador de televisión Serhij Prytula, que logró recaudar suficiente dinero para los drones turcos. Sin embargo, el fabricante los regaló y en su lugar se adquirió acceso a satélites de reconocimiento finlandeses.
En la capital de Polonia, Varsovia, los políticos ucranianos se esfuerzan por movilizar la ayuda occidental. Desde que los misiles rusos dañaron gravemente el sistema eléctrico ucraniano, la exdiputada Viktoria Wojzizka intenta tramitar en el extranjero transformadores para las subestaciones.
Darya Abusova, también refugiada del Donbass, se acerca al «Armiya Volonteriv». Necesita ropa para su hija de dos meses: «Es grande», avisa.
Timofeyeva comprueba la tarjeta de identificación digital para desplazados internos en el teléfono móvil de su cliente. A continuación, las mujeres buscan entre la ropa de bebé la talla de la niña.
«¿Necesitan también un portabebés?», pregunta Timofeyeva. Además, la refugiada acepta gustosa una manta de bebé y un paquete de pañales.
Por último, Abusova se fotografía con los tesoros obtenidos. Esto sirve para documentar el uso de las donaciones y se anuncia en la página de Facebook del «Ejército de Voluntarios».
El Estado también ayuda a los desplazados internos, señala Timofeyeva, quien ahora trabaja a tiempo completo en la agencia de bienestar social de Kiev. Allí se reparte comida y cada persona recibe al mes 2.000 grivnas ucranianas (48 euros/52 dólares). Los discapacitados reciben mensualmente 3.000 grivnas.
«Es un buen paquete, pero aún así está lejos de ser suficiente. «Sin el voluntariado, Ucrania no podría sobrevivir», asegura.
El pequeño grupo de voluntarios de «Armija Volonteriv» no solo recoge donaciones y gestiona la tienda de ropa, sino que también retira los escombros de las casas destruidas en los alrededores de Kiev.
Su directora es la experta en marketing Olexandra Arnautova, de 38 años. «Es una contribución a nuestra victoria», destaca. Además, no quiere que en 20 años sus hijos le cuestionen por qué no hizo nada durante la guerra.
«Si no fuera por todos los voluntarios, nuestros soldados habrían tenido mucho menos antes de que el Estado pudiera equiparlos». Los voluntarios son «un ejemplo de que la gente puede resolver sus propios problemas», enfatizó Arnautova.
Por Friedemann Kohler (dpa)