(dpa) – Ante las primeras temperaturas cálidas, los amantes del sol y del mar comienzan a concurrir masivamente a las playas.
En los últimos años, una serie de estudios demostraron que, al zambullirse en el mar, los bañistas dejan en el agua restos de protectores y filtros solares, nanopartículas de cremas, lociones y sprays que no solo dañan los arrecifes de coral sino también otras formas de vida marina.
Sin embargo, los científicos advierten que hasta que no se encuentre una posible solución para contrarrestar los efectos negativos de estos productos químicos, las medidas de prevención dependen de los propios usuarios.
Los investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) informaron que cada año acaban en el mar hasta 14.000 toneladas de crema solar, de las cuales entre 4.000 y 6.000 se localizan en los arrecifes de coral.
Todavía no se ha aclarado de forma concluyente cómo afecta esto al medio ambiente marino, pero además de otros factores, como el aumento de la temperatura del mar, sobre todo los filtros solares son motivo de preocupación.
La NOAA apunta que los componentes químicos perjudican el crecimiento de las algas verdes, provocan malformaciones en las crías de los mejillones y dañan los sistemas inmunológico y reproductivo de los erizos de mar.
En los delfines, las sustancias podrían acumularse en el tejido celular y transferirse a las crías, mientras que en los peces podría reducirse la fertilidad y provocar cambios en la composición genética.
Según sugiere un estudio estadounidense de 2016, la sustancia químico-orgánica oxibenzona podría dañar el material genético de los sensibles cnidarios y provocar que las larvas se encapsulen en su esqueleto y mueran.
Como consecuencia de este tipo de investigaciones, el estado norteamericano de Hawái prohibió a partir de 2021 la venta de protectores solares que contengan oxibenzona y octinoxato.
Existen normas similares en Key West (estado de Florida), las Islas Vírgenes, el país insular de Palaos, los parques nacionales marinos tailandeses, la isla caribeña de Bonaire y algunas zonas turísticas de México.
Un nuevo estudio estadounidense, publicado en la revista Science»
(https://www.science.org/doi/10.1126/science.abn2600) explica cómo la oxibenzona daña a los corales.
Científicos de la Universidad de Stanford utilizaron una especie de coral y otra de anémona de mar, a las que les administraron altas concentraciones de oxibenzona en los acuarios y las expusieron luego a diferentes irradiaciones de luz.
El efecto fue sorprendente, ya que solo murieron los animales que habían sido irradiados con una luz solar artificial.
«Fue asombroso constatar que la oxibenzona hace que la luz solar sea tóxica para los corales. Lo contrario de lo que se supone que debería suceder», dijo el autor principal de la investigación, William Mitch.
En realidad, al igual que otros filtros solares, la oxibenzona se utiliza como protector porque absorbe los rayos ultravioletas (UV) que alcanzan la piel humana y liberan la energía lumínica en forma de calor inofensivo.
Sin embargo, según los investigadores, las anémonas y los corales metabolizan el filtro de modo tal que la sustancia resultante forma radicales nocivos cuando se expone a la luz solar. El filtro se convierte en una fototoxina.
Además, los científicos observaron que las algas, que conviven en simbiosis con los corales y les confieren su aspecto colorido, parecen proteger a sus huéspedes atrapando las toxinas producidas por la oxibenzona.
Por lo tanto, la propagación del fenómeno del blanqueamiento de los corales, junto con la oxibenzona en el agua, podría tener consecuencias aún más fatales.
La decoloración se produce cuando los corales estresados se desprenden de sus algas, dejando al descubierto su esqueleto blanco. De acuerdo con el estudio, estos corales blanqueados son aún más susceptibles a la oxibenzona.
Además de la oxibenzona, también está en discusión el octocrileno. Al parecer este filtro químico-orgánico afecta, entre otros, el equilibrio hormonal de las pulgas de agua, los ciliados y los peces cebra.
A esto se suma que la sustancia es indisoluble en el agua y difícil de descomponer y, por lo tanto, podría acumularse en los organismos.
Varios informes destacan que actualmente se encuentran filtros solares en los arrecifes de coral tropicales, en el océano Ártico y también en el mar Báltico.
La científica alemana Kathrin Fisch, del Instituto Leibniz para la Investigación del mar Báltico en Warnemünde, realizó mediciones en la costa alemana del mar Báltico en 2016 y detectó 30 nanogramos de filtros ultravioletas por litro de agua. En tanto, en los ríos que desembocan en el mar Báltico se hallaron, en algunos casos, hasta 836 nanogramos por litro.
Aunque se trata de pequeñas cantidades, podrían tener un efecto a largo plazo en los organismos marinos. En Alemania no existe un control a nivel nacional de la contaminación de las aguas por filtros UV y tampoco se determinaron límites máximos de cantidad de sustancia química.
En respuesta a los posibles riesgos medioambientales que provocan los filtros químicos, cada vez más fabricantes ofrecen protectores solares minerales «seguros para los corales» o «respetuosos con los arrecifes», que contienen zinc o dióxido de titanio. Las partículas actúan en la piel como pequeños espejos que reflejan la luz ultravioleta.
Para minimizar el «blanqueamiento» que ocasionan muchos de estos productos, algunos fabricantes intentan reducir el tamaño de los pigmentos minerales y apuestan por partículas de tamaño nanométrico.
Sin embargo, como demostraron investigadores españoles en 2014, estas nanopartículas actúan como catalizadores, haciendo que la luz solar produzca peróxido de hidrógeno altamente reactivo a partir del agua. Esto puede dañar a los microorganismos.
Mientras tanto, se están investigando alternativas en las que compuestos de algas, macroalgas y otros animales marinos actúan como filtros ultravioletas.
Pero hasta que estos productos salgan a la venta, la mejor protección ecológica contra el sol es probablemente el uso de una menor cantidad de crema solar, sin prescindir por completo de ella debido al riesgo de cáncer de piel.
Por su parte, la revista «UMID», de la Agencia Alemana de Medio Ambiente, recomienda los filtros minerales en forma no nano y aconseja exponerse al sol en las últimas horas de la tarde, estar la mayor parte del tiempo a la sombra y protegerse con ropa adecuada. Asimismo, sugiere ducharse en casa, para que una menor cantidad de sustancias químicas acabe en el mar o en los ríos.
Por Alice Lanzke (dpa)