(dpa) – El emperador austriaco Francisco José fue quien dio el impulso para el primer hotel literario en el balneario de Bad Aussee, al menos de forma indirecta. Y es que su retiro anual de verano en la región de Salzkammergut hacia 1900 tuvo un efecto magnético que fue mucho más allá de la corte y la nobleza.
Compositores, actores y literatos se sintieron atraídos por el paisaje de montaña y los lagos en el borde norte de los Alpes austriacos. Dejaron varios poemas y también sus honorarios durante sus hospedajes.
Esto sucedió en lugares como «Die Wasnerin», originalmente un comedor para los trabajadores de las «Wasen» (prados) y más tarde punto de encuentro de artistas. Hoy en día es un hotel con una orientación clara que busca revivir esa tradición artística con lecturas de poesías, workshops y bibliotecas.
El hotel empleó incluso a una especialista en literatura. «Hago las introducciones a las lecturas, organizo veladas literarias y recomiendo libros», explica Daniela Vergud.
Una vez al año, cuando se celebra el evento «Literakult» en el hotel, le toca esforzarse al máximo. Se trata de un fin de semana de lecturas en locaciones especiales, representaciones escénicas y música. Alguna vez incluso iba a asistir como invitada una premio Nobel de Literatura, pero la pandemia de coronavirus alteró estos planes.
Las expectativas son altas, y también lo son los costos para los organizadores. Solo recuperan una parte a través de los precios de los paquetes turísticos, y a pesar de que el evento siempre está lleno, como dice Vergud. «Es una oferta pensada sobre todo para nuestros huéspedes habituales interesados en la literatura», explica.
«Hotel literario» no es una marca registrada. Es decir que, en teoría, cualquier establecimiento con una biblioteca más o menos cuidada puede llamarse así. Sin embargo, con esto solo no es suficiente.
Los servicios con los que se promocionaban algunos lugares en el pasado, como calcetines tejidos para disfrutar de la lectura o contar con el libro favorito para llevarse a casa no siempre bastan, menos aún a la hora de hacer frente a las consecuencias de la pandemia y de la inflación.
«Observamos que son los hoteles más pequeños los que desaparecen del mercado», dice Tobias Warnecke, director general de la Asociación Alemana de Hoteles (IHA). Estos fueron reemplazados por grandes cadenas que le dan más valor al diseño que a un programa especial para invitados.
De acuerdo con la asociación, hay dos tendencias que complican el trabajo de los hoteles literarios: por un lado, el desarrollo del mercado de libros, y por el otro la escasez de mano de obra calificada. «Actualmente damos gracias por cada empleado que podamos conseguir para la hotelería», comenta Warnecke.
En su opinión, encontrar personal que además tenga formación literaria es casi un milagro. Sin embargo, de acuerdo con el director general, algo así forma parte del catálogo de infaltables de un hotel literario, así como las lecturas y los programas en cooperación con editoriales y librerías.
Como esto supone un gran esfuerzo para los hoteles, solo se compensa con una clientela de categoría, según indica Warnecke, quien dice que así y todo se enfrenta un segundo escollo: los más jóvenes. «El tema también puede calar entre los jóvenes, pero más bien como algo secundario», opina.
Si bien los huéspedes más jóvenes de los hoteles aprecian el ambiente que crea una biblioteca antigua, lo más probable es que una vez que se encuentran en el sillón de lectura se entretengan con una tableta antes que con un libro. Por lo tanto, no están dispuestos a pagar más por el servicio. Vergud, de «Die Wasnerin», confirma que el número de huéspedes jóvenes del hotel es más bien reducido.
A la hora de buscar clientela, el hotel de Bad Aussee excluye a conciencia a las familias, y ofrece clases de yoga y actividades de wellness, además de literatura. Es por eso que se hace llamar «G’sund & Natur Hotel», algo así como «Hotel sano y cercano a la naturaleza».
Vergud, quien también es responsable de las relaciones públicas del hotel, reconoce que la literatura es un nicho y un hobby. «No es un tema que dé beneficios económicos», afirma. Sin embargo, explica que este posicionamiento los ayuda a diferenciarse de otros hoteles.
La combinación de wellness y lecturas está bastante extendida. Lujo y literatura van de la mano aquí. La periodista alemana Barbara Schaefer, oriunda de Berlín, hizo una lista de hoteles en todo el mundo en los que transcurren novelas, donde se alojaron escritores o que fueron refugios literarios: en el 95 por ciento de los casos son hoteles de alto nivel.
Entre ellos se encuentra el hotel Budersand, en la isla alemana de Sylt, donde creó una biblioteca la autora y periodista alemana Elke Heidenreich. O el Adlon de Berlín, donde no solo pernoctaron premios Nobel, sino donde fue creado también el concepto de «writer in residence» después de que el ensayista vienés Anton Kuh (1890 – 1941) pudiera vivir durnte meses gratis en el Adlon leyendo y escribiendo.
Estas becas artísticas de los hoteles son financiadas por sus huéspedes, así como los programas de lectura, los aprovechen o no.
En el hotel Schloss Elmau, en la región de Alta Baviera, en el sur de Alemania, donde se celebraron las cumbres del G7 en 2015 y 2022, aproximadamente una cuarta parte de la oferta cultural tiene que ver con temas literarios. Y queda así a cargo del director de programa literario Martin Lau, quien también maneja la tienda de libros propia del hotel.
«Dietmar Müller-Elmau lleva adelante el hotel para poder pemitirse la cultura, y no al revés», dice Lau sobre el dueño del castillo y director del hotel.
Lau afirma que no tiene dificultades para encontrar temas y nuevas publicaciones. «Hay muchísimos autores que quieren venir», asegura. Los escritores no cobran por sus presentaciones, pero reciben a cambio una estadía de tres días con media pensión en el lujoso hotel-castillo.
Por Deike Uhtenwoldt (dpa)