Un estudio revela que los elefantes asiáticos pueden identificar la atención visual humana observando el rostro y el cuerpo, igual que los elefantes africanos de la sabana.

Esa es la conclusión principal de un estudio liderado por un equipo de investigadores de la Universidad de Kioto (Japón) y publicado este jueves en la revista ‘Scientific Reports’.
Con sus enormes orejas colgantes y sus largas trompas, no es difícil creer que los elefantes tienden a depender de señales acústicas y olfativas para comunicarse. También usan gestos y exhibiciones visuales para ello, pero se desconocía con certeza en qué medida.
Además, la investigación sobre comunicación visual se ha centrado principalmente en especies con una visión predominante, como los primates no humanos.
Un estudio previo demostró que los elefantes de la sabana africana pueden reconocer si los humanos los miran en función de dónde orientan su rostro y su cuerpo, pero esto aún no se había investigado en sus primos asiáticos.
Los elefantes asiáticos se separaron de los elefantes africanos hace millones de años, por lo que su comportamiento y cognición difieren en algunos aspectos.
TAILANDIA
Motivados por descubrir si los elefantes asiáticos comparten esta capacidad con los elefantes africanos, investigadores de la Universidad de Kioto centraron su atención en los elefantes de Tailandia.
«Después de realizar un trabajo de doctorado sobre cómo los elefantes forjan su reputación, quería probar si los elefantes asiáticos entienden cuándo los humanos les prestan atención», según Hoi-Lam Jim, coautor del estudio.
El equipo de investigación se dirigió a Chiang Ra (norte de Tailandia), donde sometió a 10 elefantes hembras cautivas a una tarea de solicitud de alimento. Una investigadora realizó la tarea mientras orientaba su cuerpo en una de cuatro posiciones: con la cara y el cuerpo hacia la elefanta, con ambos lados en dirección contraria, solo la cara hacia ella o solo el cuerpo hacia ella.
Posteriormente, el equipo analizó la frecuencia con la que la elefanta dirigía señales a la experimentadora en cada posición, incluyendo su reacción cuando esta no estaba presente.
Los investigadores observaron que las elefantas gesticulaban más cuando tanto el cuerpo como el rostro de la investigadora estaban orientados hacia ellos, y la orientación corporal parecía ser una señal visual más fuerte que la orientación facial. Sin embargo, este efecto dependía de que el rostro también estuviera orientado hacia el elefante.
«Nos sorprendió descubrir que los elefantes no gesticulaban simplemente porque había una persona presente», indica Jim. Cuando no había nadie, las elefantas gesticulaban como si una persona estuviera de pie, de espaldas. Esto demuestra que esos animales son sensibles a la orientación corporal, pero que no reaccionan a la mera presencia de una persona.
Estos hallazgos sugieren que los elefantes asiáticos realmente comprenden la importancia de la atención visual para una comunicación efectiva y que no son sensibles únicamente a la orientación del rostro o del cuerpo, sino que dependen de una combinación de señales para reconocer la atención visual humana.