Madrid, 21 oct (dpa) – Ya no es ningún secreto que el futuro de Julen Lopetegui como entrenador del Real Madrid pasa por el clásico del domingo ante el Barcelona, pero la fortuna, tan esquiva para el técnico blanco en las últimas semanas, le vino a tender una mano con una lesión de Lionel Messi que provocó desolación entre su hinchada.
Son horas de enorme tensión para Lopetegui, que en la tarde del sábado se temió lo peor cuando el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, lo llamó al despacho tras la nueva derrota 2-1 en casa ante el modesto Levante.
Antes, Florentino Pérez se había reunido con el capitán del equipo, Sergio Ramos, quien «exculpó al entrenador» del pésimo momento de los blancos y «apostó por su continuidad», según fuentes próximas a la presidencia consultadas hoy por la agencia dpa.
Si Florentino Pérez tenía pensado destituir el mismo sábado a Lopetegui, no se sabe bien. En la posterior reunión con el entrenador, le pidió un informe hablado de la situación, según detallaron las mismas fuentes, y le urgió a intentar revertir «cuanto antes» la situación después de tres derrotas consecutivas.
Y ese «cuanto antes» no es otra cosa que el clásico. A nadie se le escapa que una nueva derrota sería el fin precipitado del antiguo seleccionador español.
Lopetegui tendrá que trabajar durante toda la semana con los nombres de supuestos sucesores -Antonio Conte, Santiago Solari y más- sobrevolando su cabeza. Al menos, sabe que tiene al vestuario muy a favor.
La última vez que Florentino Pérez desoyó los deseos de los jugadores fue en junio de 2015, cuando decidió despedir a Carlo Ancelotti en contra de la muy mayoritaria opinión del vestuario. Su recambio fue Rafa Benítez, quien mantuvo pésimas relaciones con los futbolistas y no duró ni cinco meses en el puesto.
El clásico parece ser el destino a corto plazo de Lopetegui, aunque antes, el martes, el Real Madrid juega ante el débil Viktoria Plzen en Liga de Campeones. Nadie espera un resultado adverso, pero si se diera -como sucedió ante el Levante- sí que ni el clásico podría sostener ya a Lopetegui.
Durante los últimos partidos, el entrenador vasco repitió un discurso que habló de «injusticias» en el resultado y de «falta de fortuna». Pero ésta le ofreció una sensible ayuda con la lesión de Messi.
El argentino se marchó el sábado del partido ante el Sevilla a los 20 minutos al sufrir una lesión en el codo derecho que le tendrá unas tres semanas de baja y su retirada dejó al Camp Nou helado.
Si minutos antes el coliseo azulgrana vivió el choque ante el Sevilla como una fiesta, con gran gol del argentino incluido, el resto del partido lo pasó como en estado de shock, huérfano de su guía y casi profeta.
La prensa de Barcelona reflejó hoy poco interés por la victoria 4-2 ante el Sevilla (2-2 el tiempo que Messi estuvo fuera) y sí lloró la lesión de su gran estrella.
«El dolor de Messi es el dolor de todo el barcelonismo», afirmó «Sport», mientras «Mundo Deportivo» recordó que «el Barcelona todavía no sabe jugar sin el mejor jugador del mundo».
De pronto, el clásico se puso en un escenario muy curioso y casi perverso. Lopetegui se la juega, pero la lesión de Messi por lo pronto parece haber rebajado la euforia con la que celebraba el Barcelona su liderato mientras tenía al argentino en cancha.
Ahora ya no hay términos medios: Lopetegui saldría rehabilitado con un triunfo en el Camp Nou, pero el Barcelona asestaría un golpe de incalculables dimensiones si vence… sin Messi.
Por Alberto Bravo (dpa)