(dpa) – Siempre se dijo que la dieta mediterránea es una de las más sanas del planeta. Sin embargo, parece que el Mediterráneo está comenzando a ver tambalear sus cimientos por cierta competencia: muchos vuelven sus miradas hacia Escandinavia cuando de nutrición se trata.
Algunos la conocen como «new nordic diet», otros como «dieta vikinga». ¿En qué consiste concretamente? ¿Y realmente es tan buena en términos de nutrición, salud y expectativa de vida como para desplazar un modo de alimentación tan alabado como el mediterráneo?
La cocina nórdica se basa fundamentalmente en los alimentos regionales y las recetas tradicionales de los países del norte europeo. Fue desarrollada en 2010 por un comité llamado «Nordic Food Policy Lab». El objetivo de esa iniciativa de los jefes de Estado de los países nórdicos era, en ese momento, llevar más productos regionales y sustentables a la mesa de sus habitantes.
«Se trata sobre todo de alimentos vegetales y no procesados que se encuentran en los países del norte de Europa», explica Carolin Groth, especialista en temas de nutrición.
Una parte constitutiva de la alimentación nórdica son los cereales integrales, fundamentalmente el centeno, la cebada y la avena. Otro elemento importante son las verduras de raíz como las remolachas y las zanahorias, así como frutas del tipo de las bayas o especies locales como las manzanas y peras. «Las nueces, los hongos y las legumbres también están incluidas en su menú», enumera Groth.
Estos alimentos vegetales se complementan con pescados grasos, como el salmón y la caballa, y productos lácteos de bajo contenido graso. Los aceites de la cocina nórdica suelen ser de colza, girasol y lino. Rara vez hay carne en el menú, indica Groth, por lo general solo se consume algún producto cárnico una vez por semana.
«De todos modos, no hay una clara diferencia con la cocina típica del Mediterráneo, porque la idea de base de ambos modos de alimentación es bastante similar», dice Groth.
La dieta mediterránea también abarca muchos alimentos de origen vegetal: además de las verduras, la fruta, los frutos secos, las semillas, las legumbres, los cereales, el pescado y el aceite de oliva son los ingredientes principales, precisa Groth. Carne y productos lácteos se ingieren también en menor grado.
Todo ello aporta al organismo vitaminas, minerales, fibra y sustancias vegetales secundarias. Además, el pescado y las grasas vegetales proporcionan un buen aporte de ácidos grasos saludables. «El hecho de que se consuma poca carne en ambas dietas es positivo desde el punto de vista de la salud», afirma Groth.
El especialista en nutrición Johannes Wechsler, en cambio, es claramente de otra opinión. Él sostiene que el modo de alimentación de los países escandinavos no están de ningún modo a la altura de la dieta mediterránea. «No pondría las manos en el fuego por el modo de alimentación nórdico porque faltan evidencias científicas», señala.
En su opinión, para poder establecer algún tipo de conclusión o fundamento de este modo de vida debería contarse con hechos o indicadores, por ejemplo, de que los escandinavos tienen una mayor esperanza de vida que los pobladores de países del sur.
«Sin embargo, la expectativa de vida de los países del norte de Europa es prácticamente idéntica a la expectativa del sur europeo, es de unos 85 años, un año más o menos da aquí igual», opina.
Las tasas de mortalidad dentro de la Unión Europea también son bastante similares. Y para Wechsler dependen más de la atención médica en las respectivas regiones que del tipo de alimentación. Tomando estos datos como guía, poco valdría hacer un cambio de dieta para vivir más.
Wechsler asegura además que la dieta nórdica no es suficiente desde el punto de vista de los nutrientes que requiere el organismo. «Es más bien pobre en vitaminas y fibras y contiene mucha grasa. Un noruego come pocas naranjas y poca ensalada. Ahí en el norte no crece ese tipo de cosas», señala. Wechsler está convencido además de que en la cocina nórdica faltan las fibras contenidas, por ejemplo, en los panes integrales oscuros.
El punto que tienen a favor, sin embargo, es la alta ingesta de grasas omega-3. «Se come mucho pescado y poca carne».
Sea en el norte, en el sur o en cualquier otra parte del mundo, ¿cuál sería entonces el modo saludable de alimentación ideal? Ninguna recomendación seria insiste en que es absolutamente indispensable desde un punto de vista científico renunciar a un buen asado argentino o unos sabrosos tamales mexicanos.
Hay modos de alimentarse que son parte de la cultura. «Lo que marca el quiebre no es qué se come, sino cuánto o cuántas veces», dice el Dr. Wechsler. «Todos los asados son saludables mientras el comensal no ingiera todos los días unas porciones inconmensurables», indica.
Wechsler recomendaría más bien elegir un modo de alimentación que esté por encima de la dieta mediterránea y la nórdica. «Un modo razonable de alimentarse sería guiándose por principios básicos científicos, y esos principios son los mismos si uno vive en Helsinki o en Roma», asegura el especialista.
En su opinión, la alimentación ideal debería contener pocas grasas y poca sal, poca proteína animal y también escasa grasa animal. Aconseja asimismo no ingerir tantos monosacáridos como el azúcar y colesterol solo con moderación. En su lugar más vale comer muchas verduras, ensaladas, fibras y grasas omega-3, por ejemplo, a través de pescado dos veces por semana.
«Pero hay algo mucho más importante que la alimentación: el balance energético», apunta Wechsler. «Toda alimentación exagerada es nociva». Si una persona come demasiada sal y grasas, aumentará su riesgo a padecer enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares. Hay un aspecto acerca de la expectativa de vida en el cual este experto está muy seguro: «¡Aún tenemos mucha vida por ganar!».
Por Angelika Mayr (dpa)