(dpa) – La Chaume es el barrio más antiguo de Les Sables-d’Olonne, en el golfo de Vizcaya, y el hogar del ex capitán de barco Roland Mornet. Las viejas casas de pescadores en los callejones estrechos y sinuosos detienen el viento y reciben el olor salado del Atlántico.
Con 14 años, poco después de dejar la escuela, Mornet decidió probar suerte en un barco pesquero. Pero apenas el barco dejó atrás el muelle, el joven descendiente de salineros comenzó a sentir náuseas. Ya no podía distinguir entre el cielo y el agua y temió no volver a ver a su madre, una preocupación que tenía algún dejo de realidad.
«Fui testigo de naufragios a una edad temprana», señala Mornet. La imagen de la vecina llorando desesperadamente quedó grabada en su memoria. El 7 de abril de 1949, cuando él aún no había cumplido los cuatro años, llegó la noticia del hundimiento de dos pesqueros con cinco hombres a bordo en medio de una tormenta. En el accidente murieron los dos hijos de la mujer.
El nacimiento de la legendaria regata
En 1989, 40 años más tarde, el navegante francés Philippe Jeantot llevó a Les Sables-d’Olonne una regata que parecía francamente suicida: un certamen de vela en solitario y sin parar alrededor del mundo.
Así nació la Vendée Globe, que lleva el nombre del departamento en el que empieza y termina la regata cada cuatro años. La última se desarrolló en el invierno europeo de 2020/2021.
Además de la Vendée Globe, la ciudad organiza otras dos a tres regatas al año que le generan buenos ingresos económicos.
«Les Sables d’Olonne se está convirtiendo cada vez más en el epicentro de la navegación en solitario», afirma Kristina Müller, de la revista especializada «Yacht».
Según Müller esto se debe al gran marketing y el apoyo que reciben los patrones, ya sean profesionales o capitanes de embarcaciones de recreo.
«La vela está presente en todas partes en la ciudad. Hay barcos increíbles en el puerto y un ambiente de fiesta popular en cada gran regata», señala Müller.
Al igual que en la Fórmula 1, la Vendée Globe cuenta con presupuestos multimillonarios y grandes cantidades de patrocinio. La próxima edición comenzará el 10 de noviembre de 2024.
En tanto, en la Golden Globe Race (GGR), que zarpó el 4 de septiembre desde Les Sables-d’Olonne, también participan aficionados. Los marineros emprenden la vuelta al mundo sin utilizar equipos modernos.
En junio de 2023, la competencia probablemente vuelva a la costa oeste de Francia.
Navegando a la antigua usanza
Mientras que en la Vendée Globe se utiliza la última tecnología, en la GGR están prohibidas las ayudas modernas. «Los unos van por el mundo en un Volkswagen Golf con el freno de mano puesto. Los otros utilizan la Ferrari», aclara Müller.
Solo con un sextante, una carta náutica y un ángel de la guarda: así es como Roland Mornet también se hizo a la mar durante casi cuatro décadas. Acostumbrar a su estómago al ritmo del mar fue más fácil que orientarse en alta mar solo con la ayuda de los cuerpos celestes. Pero era bueno en la «navegación astronómica», asegura el ex capitán.
Un historiador marítimo
Mornet aportó sus conocimientos a una exposición en el Museo del Mar en el antiguo faro de La Chaume y también donó algunos de los objetos expuestos. La exposición «Viajando por el mar de ayer a hoy» se exhibe hasta el 30 de septiembre. El propio Mornet suele estar allí y contar sus experiencias a los visitantes.
Tras su jubilación, el ex navegante cambió los barcos por los archivos marítimos de Francia y se dedicó a escribir. Una de sus obras trata de la historia del puerto de Les Sables-d’Olonne.
Muchas cosas dependieron siempre de la navegación: el pescado y el carbón, por ejemplo, tenían que ser transportados durante el racionamiento de gasóleo en tiempos de guerra. Y según el ex capitán, eso no era menos peligroso que navegar alrededor del mundo en los tiempos modernos, donde siempre se puede estar en contacto con la familia y los socorristas.
«Las aventuras en el mar no solo existen desde la Vendée Globe», subraya Mornet.
«Los yates atraen a más gente que la pesca, y las regatas están de moda», afirma Mornet. Sin embargo, Les Sables-d’Olonne es también el tercer punto de transbordo de pescado más importante de Francia. Pero los pescadores generalmente ya no viven en el antiguo barrio entre el puerto y el mar.
El ex capitán se describe como un «dinosaurio», es decir, como parte de una especie en extinción en La Chaume, desplazada por los franceses ricos, llamados «parisinos», que compran inmuebles.
Una vez que se pasa el puerto deportivo con sus lujosos yates en dirección al norte, solo se encuentran barcazas. Allí también comienzan las largas playas de arena del océano Atlántico, por las cuales precisamente llegan aquí la mayoría de los visitantes.
Algunos surfean, otros navegan, y muchos simplemente retozan al sol. También Roland Mornet disfruta de la vista del mar antes o después de cenar, pero ahora en tierra firme.
Por Deike Uhtenwoldt (dpa)