Wetzlar (Alemania), 6 dic (dpa) – David Bowie tenía una, también Scarlett Johannson y Lenny Kravitz hizo un libro con ella: la cámara Leica forma parte de la historia de la cultura popular y es sin duda el producto estrella de la mejor época de la industria fotográfica alemana.
Sin embargo, la empresa con sede en Mitte fue saltando de una crisis a otra desde mediados de los años 60 y hasta mediados de la década pasada. «Los años entre 2001 y 2005 fueron la peor época», dice Andreas Kaufmann, principal accionista y presidente del consejo de administración de Leica Camera AG. «En 2005 la firma estuvo al borde de la bancarrota».
Ahora, esta empresa mediana quiere volver a estar con sus 1.600 empleados otra vez a la vanguardia del desarrollo tecnológico, probablemente por primera vez desde 1920, cuando sus cámaras revolucionaron el mundo de la fotografía con la popularización del formato de película de 35 mm. Y esta vez la situación actual del mercado mundial favorece a la compañía.
Leica tuvo durante mucho tiempo un problema clave: además de los altos precios, las cámaras eran consideradas atrasadas. Mientras que hasta mediados de los años 50 estuvieron por delante, la tecnología alemana fue superada en unos pocos años por la japonesa. Hasta el día de hoy la Leica M -el producto insignia- sigue sin tener autofoco.
Kaufmann tomó las riendas en plena crisis. «Entre 2005 y 2009 hicimos una gran reestructuración. Invertimos mucho dinero en investigación y desarrollo, por momentos más de un 12 por ciento de la facturación».
En la actualidad se pueden comprar los resultados de esas elevadas inversiones: Leica lanzó en los últimos años muchos modelos y cinco líneas de productos. Kaufmann y sus colegas quieren recuperar ahora una parte del sector de fotógrafos profesionales que se perdieron por el camino.
Las cámaras mirrorless (sin espejo) con visor óptico se consolidaron como alternativa a las réflex. Leica entró en 2015 con la Leica SL en este mercado muy disputado, con un precio como es habitual más caro que la competencia, de 7.000 euros solamente el cuerpo de la cámara, sin objetivos. Pero pese a ello, el mundo de la fotografía la recibió con numerosos elogios.
Desde hace unas semanas, la firma cuenta con un sector especializado en fotografía profesional. «Si usted hace cálculos, un sistema Leica es incluso más barato con el paso de los años», opina Kaufmann. Eso se debe sobre todo a que las cámaras y objetivos Leica tienen una vida larga y siguen vendiéndose a precios altos de segunda mano.
Sin embargo, sin duda Leica no volverá a ser un gigante como antaño. «Nuestro nicho de mercado probablemente seguirá siendo de menos de un uno por ciento», estima Kaufmann. Leica vende un poco más de 100.000 cámaras al año, muchas menos que Nikon o Canon.
«Nuestro porcentaje ha subido últimamente, pero sobre todo porque el mercado se contrajo», dice Kaufmann. Y es que los smartphones han sustituido a gran parte de las cámaras más sencillas.
No pasa lo mismo con los modelos más caros, y por eso «el precio medio está subiendo», señala Constanze Clauß, de la Asociación de la Industria Fotográfica Alemana. «Y el porcentaje de cámaras caras que se vende va en aumento». Además se han hecho más lentos los ciclos y una cámara dura más años en manos de los usuarios.
Leica está activa además en el otro extremo del espectro, los smartphones. Junto con la empresa china Huawei la compañía está montando un laboratorio de investigación en la localidad alemana de Wetzlar donde trabajarán entre 50 y 60 científicos.
Los smartphones hacen fotos mucho mejores que hace unos años, pero la calidad sigue siendo limitada. Kaufmann cree que el futuro pasa por varios objetivos en un mismo aparato. «Varios sistemas ópticos que actúan a la vez y de los que cada uno es responsable solamente de un aspecto de la imagen, por ejemplo uno para la profundidad, otro para el color y otro para el contraste».
Por Carsten Hoefer