Moscú, 13 sep (dpa) – El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, rechazó en una entrevista concedida a dpa que las relaciones entre su país y Alemania sean tensas y negó que Moscú tenga la culpa del deterioro de los vínculos con Occidente.
Lavrov se reunirá este viernes en Berlín con su homólogo alemán, Heiko Maas, para cerrar oficialmente el Año Germano-Ruso del Hermanamiento de Ciudades y Regiones.
dpa : ¿Qué papel podría desempeñar el hermanamiento de ciudades y otras formas de diplomacia ciudadana en vista de las tensas relaciones entre Rusia y Alemania?
Lavrov: Yo no calificaría las relaciones entre nuestros países de tensas. Sí, hay posiciones diferentes que complican en cierta manera nuestra relación bilateral. Sin embargo, existe también la historia común, un entrelazamiento cultural, social, económico y, si se puede llamar así, la sensatez humana. Todo esto les permite a nuestros pueblos creer en un futuro bueno y predecible y comprometerse con él. Una buena prueba de ello es la celebración rotatoria del Año de Hermanamiento de Ciudades y Regiones, que ahora se va a cerrar oficialmente en Berlín. Se puede decir que ha sido un éxito.
dpa : Desde que estalló la crisis de Ucrania hay una gran desconfianza entre Alemania y Rusia. ¿Qué puede hacer Rusia para recuperar la confianza?
Lavrov: Las relaciones internacionales no son una calle de sentido único. Por esto, todas las partes deberían hacer algo para restablecer la confianza. No es Rusia la que ha socovado la confianza. Durante el último cuarto de siglo, los países occidentales han continuado por la línea de contener a Rusia. El clímax fue la crisis interna de Ucrania en febrero de 2014. Sin embargo, lo que me hace sentir optimista es el hecho de que las relaciones entre Rusia y Alemania continuaban desarrollándose incluso en esas condiciones.
dpa : Si pudiera volver el tiempo atrás, ¿qué hecho revertiría para que la relación entre Rusia y Occidente fuera mejor?
Lavrov: El problema no son los hechos aislados sino la forma de pensar en materia de política exterior de algunos países occidentales. Nosotros en Rusia creíamos que el fin indoloro de la Guerra Fría era un mérito compartido. Sin embargo, Estados Unidos y sus aliados occidentales se declararon vencedores.
Por culpa de las tensiones entre Rusia y los países occidentales estamos pagando una pérdida de seguridad internacional y estabilidad. Pero aún no es demasiado tarde para revertir esta tendencia. Para ello debemos guiar las relaciones por la honestidad y el respeto mútuo y debemos tener en cuenta los intereses de la otra parte.
dpa : En su más reciente viaje a Europa, el presidente Donald Trump calificó a la Unión Europea como adversario. ¿Cómo ve Rusia a la Unión Europea y cómo ve a Estados Unidos?
Lavrov: La diplomacia rusa no analiza las relaciones bilaterales desde la perspectiva: ¿amigo o enemigo? Para nosotros, la UE no es un adversario sino un vecino y socio importante. La infraestructura común en materia de energía y transporte nos hace dependientes los unos de los otros en un sentido positivo.
Lamentablemente, las relaciones no pasan por un buen momento. Lamentamos que a Bruselas le falte independencia y que también allí, a instancias de Washington, se esté girando la espiral de sanciones antirrusas. Nos extraña que la UE acepte tan rápidamente pérdidas de ingresos por miles de millones de euros. Los estadounidenses no sufren pérdidas. Sin embargo, creemos que al final se impondrá el sentido común y que volveremos a un diálogo respetuoso.
En cuanto a Estados Unidos, nuestra posición es clara. Le tomamos la palabra a Trump cuando dijo que quiere normalizar el diálogo entre nuestros países. Estamos dispuestos a hacer nuestra parte para sacar a las relaciones bilaterales del callejón sin salida. Pero el verdadero interés de la otra parte en una cooperación constructiva sólo se puede medir por pasos concretos. Y estos no se dan.
SERGUEI LAVROV, de 68 años, se desempeña desde 2004 como ministro de Relaciones Exteriores de Rusia. Anteriormente, el diplomático de carrera representó a su país ante las Naciones Unidas en Nueva York, donde este fumador empedernido se rebeló contra la prohibición de fumar en las oficinas de la ONU.
Por Friedemann Kohler (dpa)