(dpa) – Una sonrisa devota recorre el rostro arrugado de Nguyen Co. Su mirada está fija en un montículo de tierra. El hombre de 84 años está sentado en las escaleras de un templo de la isla de Ly Son, frente a la costa de Vietnam central, vestido con un Áo dài rojo y dorado, el traje nacional del país. El anciano llegó para adorar a una criatura marina: bajo la masa de tierra hay enterrada una ballena de seis metros de largo.
Co dirige a un grupo de adoradores de ballenas de la isla que le rezan a los espíritus de estos mamíferos marinos pidiéndoles una buena pesca y protección en alta mar. Para muchos vietnamitas, las ballenas son animales sagrados. Las consideran deidades protectoras que viven en la profundidad del Pacífico. Cuando los pescadores ven uno de estos gigantes durante un temporal, se lo considera una buena señal, ya que significa que sobrevivirán al peligro.
«La gente aquí cree que las ballenas son dioses del Océano», cuenta Co. «Son inteligentes y ayudan a salvar a personas cuando corren riesgo de ahogarse. Nuestros pescadores no cazan ballenas y tampoco las comemos», dice. Estos titanes son venerados sobre todo a lo largo de la región costera central hasta el delta del río Mekong, en el sur.
El mismo Co era pescador antes, pero ahora está jubilado. Cuenta que cuando era joven vio varias ballenas a lo largo de la costa y explica las reglas que rigen en el caso de la muerte de uno de los animales. Cuando una ballena muerta encalla en la costa, el pescador que la encuentra debe velarla como si hubiera muerto un miembro de su propia familia, durante tres años. «Cuando vemos una ballena muerta celebramos un entierro festivo para ella», explica Co.
En los cementerios de ballenas hay enterrados decenas de estos animales. Los huesos se exhuman después de tres años y se trasladan a un templo de ballenas como el que se encuentra vistando Co. Muchos de estos lugares de culto en las comunidades de pescadores tienen cientos de años y albergan los esqueletos de incontables ballenas.
Los medios vietnamitas informan con regularidad acerca del culto de venerar a las ballenas y de los supuestos rescates milagrosos de pescadores en emergencia que estas protagonizan en alta mar. Uno de ellos es Nguyen Cong, quien fue sorprendido hace unos años por una tormenta en al mar junto a 11 colegas. La embarcación de estos hombres resultó fuertemente dañada y su vida estaba en juego. Fue entonces cuando, al parecer, apareció una ballena que movió y guió el barco de Cong en dirección a tierra firme con su cuerpo, salvando así de la muerte a toda la tripulación.
Al comienzo del nuevo año lunar (Tết), a principios de febrero, se celebran varios festivales en honor a estos mamíferos. Los pescadores de los pueblos buscan ganarse su respeto con cantos, danzas, carreras de barcos y ofrendas de frutas y vino de arroz para sus espíritus.
«Los pescadores también acostumbran prender sahumerios en los templos de las ballenas y piden tener suerte antes de salir al mar», señala Duong Duoc, de 65 años, quien profesa este credo.
La veneración de estos animales podría tener su origen en el siglo XVIII, según afirman algunos. En ese entonces, según se cuenta, el rey Gia Long quedó en medio de una tormenta en el mar y fue rescatado por una ballena que lo ayudó a dirigirse a tierra firme. Otros creen que esta tradición es mucho más antigua y procede del pueblo de los Cham, que pobló el centro y sur de Vietnam a partir del siglo IV.
«La práctica deriva de los cham, pero luego los vietnamitas incorporaron esta tradición y la hicieron propia, aunque con algunos cambios profundos», cuenta Vuong Dao, encargado del Museo de Ballenas en Phan Thiet.
No obstante, el estilo de vida de muchas personas en el sureste de Asia, en ocasiones no muy conscientes del cuidado del medio ambiente, pone difíciles las cosas para las ballenas y otras criaturas marinas. Un informe del grupo estadounidense defensor del medio ambiente Ocean Conservancy de 2017 indica que Vietnam, China, Indonesia, Filipinas y Tailandia contaminan los mares con más plástico que todo el resto del mundo junto.
Las playas de los pueblos pesqueros en Vietnam también están llenas de plástico. Muchas de estas ballenas tan veneradas tienen un final tortuoso, ya que mueren debido a las grandes cantidades de plástico que ingieren.
No hay pruebas concretas de que estos mamíferos tan inteligentes salven a las personas en el mar de forma consciente. Sin embargo, hay fotografías de rorcuales protegiendo buzos e incluso focas de posibles atacantes, como por ejemplo tiburones.
Los científicos creen que se trata de un instinto nato para proteger a sus propias crías, que hace que a veces estos animales ayuden incluso a miembros de otras especies.
Por Chris Humphrey y Carola Frentzen (dpa)