Buñol (España), 29 ago (dpa) – «¡Tomate, tomate!». Con este grito, miles de personas reclamaron hoy en Buñol la munición para la particular batalla que este pueblo español celebra cada mes de agosto, una fiesta que en esta ocasión congregó a unas 20.000 personas.
Cada vez más internacional, la tradicional Tomatina española volvió a teñir de rojo las calles de esta localidad de la provincia de Valencia (este), en la que durante una hora los participantes se arrojaron entre sí un total de 145.000 kilos de tomates.
Siete camiones se encargaron de repartirlos a golpe de claxon por el centro de la localidad a lo largo de un recorrido cerrado.
Ni los chubasqueros, ni las gafas de buceo, ni siquiera los disfraces con los que acudieron algunos asistentes evitaron que quedaran totalmente cubiertos por zumo rojo y trozos de la hortaliza «reina» de esta celebración, una de las más conocidas de España.
«Es una fiesta que se disfruta con alegría, con buen humor, sanamente, donde todo el mundo la pasa muy bien y hay mucho respeto», dijo Clemente Durán, participante procedente de Argentina, a la agencia local Europa Press.
Mientras los asistentes convirtieron el pueblo en una batalla campal, los organizadores de la fiesta se encargaron de repartir los tomates por calles y plazas. «Lo pasamos divinamente y animamos también a la gente», explicó hoy una de ellos, Marta Pérez.
«Hay muy buen ambiente y no ha habido ningún incidente», confirmó la alcaldesa de Buñol, Juncal Carrascosa.
La Tomatina de Buñol se remonta al año 1945. Aunque su origen no está del todo claro, todo apunta a que comenzó como una improvisada batalla de tomates entre un grupo de jóvenes en la plaza del pueblo. Con el paso de los años, fue atrayendo cada vez a más público, hasta lograr la fama internacional que hoy tiene.
En ella participan cada año personas de diferentes nacionalidades, entre ellas, británicos, japoneses, estadounidenses o australianos.
En esta ocasión, Buñol invitó a la fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, a los embajadores de Lituania y Bangladesh en representación «de la cantidad de países» interesados por la fiesta, explicó la alcaldesa.
Ante la enorme afluencia, que aumenta cada año, el Ayuntamiento de la localidad decidió en 2013 limitar el aforo de la Tomatina y reducir el número habitual de participantes por motivos de seguridad. Desde entonces, para acceder a la batalla es necesario comprar una entrada.
La preocupación en España por los posibles abusos en fiestas populares también estuvo presente en la Tomatina. La Guardia Civil española puso en marcha en esta ocasión una aplicación con la que los usuarios pueden alertar en tiempo real de cualquier percance, incluídas agresiones sexuales.
Además, colectivos feministas instalaron un punto de atención en Buñol para atender a víctimas en caso de acoso o agresión.
Por Ana Lázaro Verde (dpa)