Buenos Aires, 6 jun (dpa) – La tensión diplomática se coló en la preparación de la selección argentina de cara al Mundial de fútbol de Rusia 2018, tras la cancelación del amistoso con Israel en Jerusalén y un desaire a una invitación del papa Francisco al Vaticano.
De pronto, la preocupación del seleccionador Jorge Sampaoli por ensamblar contrarreloj el mejor equipo que rodee al capitán Lionel Messi, tras una agónica clasificación a la Copa del Mundo que dejó a «La Albiceleste» afuera del grupo de candidatos, quedó casi en un segundo plano.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) quedó además en el ojo de la tormenta por sus acuerdos comerciales, sin atender intereses deportivos o diplomáticos. Israel había pagado más de dos millones de dólares por el partido con la selección de Messi, según indicó la prensa argentina.
El presidente de Israel, Reuven Rivlin, acusó hoy a Argentina de haber tomado una decisión «politizada» con la cancelación del amistoso de fútbol que se iba a disputar el sábado en Jerusalén.
El encuentro se canceló el martes por cuestiones de seguridad, después de las amenazas y advertencias que lanzaron grupos propalestinos contra la selección argentina y su capitán.
«Incluso en los momentos más difíciles hemos hecho todo lo posible por mantener alejado del campo de juego cualquier aspecto que no fuera puramente deportivo», indicó Rivlin. «Es una pena que el equipo argentino no haya conseguido hacer eso en este caso».
El amistoso debía jugarse en un marco de la alta tensión entre israelíes y palestinos por la decisión de Estados Unidos de trasladar su embajada a Jerusalén, hecho que incrementó la presión sobre Argentina de sectores palestinos.
La protesta el martes de grupos propalestinos con camisetas de la «Albiceleste» manchadas con sangre frente a la ciudad deportiva Joan Gamper del Barcelona, donde está concentrada desde el jueves la selección argentina, precipitó la decisión de cancelar el partido en Jerusalén.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, llegó a pedirle al presidente argentino, Mauricio Macri, que intercediera para que se jugara el amistoso, pero no tuvo éxito.
El ambiente venía cargado desde hace días y el presidente de la Asociación de Fútbol de Palestina, Jibril Rajoub, señaló el domingo que el partido es una «herramienta política» al servicio de Israel.
«No es un partido por la paz, sino un partido de política destinado a encubrir la ocupación fascista y racista», señaló Rajoub, que pidió incluso que se quemaran camisetas de Lionel Messi.
El Gobierno argentino tomó en tanto distancia de la decisión de la AFA, «una entidad independiente», de cancelar el amistoso en Jerusalén. El canciller, Jorge Faurie, advirtió no obstante que «el nivel de las amenazas de esta oportunidad superaba aquellas que en algún momento había hecho ISIS» a Messi.
Pocas horas antes, la selección argentina ya había trascendido las páginas deportivas al rechazar una invitación del papa Francisco al Vaticano antes del Mundial, argumentando la falta de tiempo para entrenar.
Argentina llega relegada al Mundial, con una agónica clasificación, con su tercer entrenador en un mismo ciclo de eliminatorias, una pesada mochila de tres finales consecutivas perdidas, entre ellas la de Brasil 2014, enojo de los jugadores con la prensa y distancia con la hinchada albiceleste.
Por eso, Sampaoli, con apenas un año en la selección, necesitaba explotar al máximo las pocas semanas de entrenamiento con los 23 elegidos para Rusia, con el objetivo de encontrar un sistema efectivo que dé vuelta todos los pronósticos. No lo tentó la bendición papal ni los millones que pagó Israel por un amistoso.
Superados los debates sobre la convocatoria de los jugadores, la elección del arquero tras la lesión de Sergio Romero, la presencia de Javier Mascherano y el entramado de un supuesto culebrón sobre la influencia de Messi y los históricos en el plantel, Sampaoli diseñó un plan liviano de entrenamiento para el grupo de jugadores de élite extenuados tras la temporada de clubes.
La primera prueba no fue parámetro: Haití, la selección 108 en el ranking FIFA, no puso en riesgo la valla albiceleste ni una vez. Permitió sin embargo que Messi se luciera con un «hat-trick» y la despedida del plantel de la Argentina fuera una fiesta, musicalizada desde la tribuna por la «barra brava», la hinchada violenta, de Boca Juniors, «La Doce».
Su decisión de liberar a los jugadores por un día y medio en Barcelona se convirtió en polémica cuando un futbolista difundió en las redes una fotografía junto a su esposa en un jacuzzi. Pecó de «ingenuidad», confesó luego.
En medio de todos los escándalos, la selección argentina podría prolongar ahora su estadía en Barcelona para viajar el fin de semana directamente a Rusia a recluirse en su búnker en Bronnitsy, en las afueras de Moscú, a la espera del debut el 16 de junio ante Islandia por el Grupo D mundialista.
Por Cecilia Caminos (dpa)