Madrid, 10 jun (dpa) – La salida de Mariano Rajoy tanto de la presidencia del Gobierno español como de la de su Partido Popular (PP) dejan un panorama lleno de incógnitas en la principal fuerza conservadora del país, que no tiene un sustituto claro al tiempo que siente la presión de partidos de reciente formación, como Ciudadanos.
Rajoy perdió la presidencia del Ejecutivo en una histórica moción de censura que se produjo pocos días después de que se conocieran duras condenas contra implicados en la trama «Gürtel», uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia reciente de España que gira en torno a una red de empresarios y figuras del PP.
El goteo de casos de corrupción entre antiguos pesos pesados del partido, la puesta en duda de la credibilidad del propio Rajoy en la sentencia del caso y el desgaste generado por otros temas como la crisis secesionista en Cataluña venían sacudiendo al Gobierno conservador, que finalmente cayó en la moción de censura encabezada por el socialista Pedro Sánchez.
Cuatro días después de su caída al frente del Gobierno, el ya ex presidente anunciaba también su renuncia a seguir liderando su partido y señalaba que su sucesor se definiría en un congreso extraordinario que podría celebrarse en julio.
Este es uno de los puntos que más incógnitas genera en el partido, que no tiene a un claro relevo y debe reorganizarse antes de que el actual Ejecutivo, que ya ha anunciado su intención de no agotar la legislatura que termina en 2020, convoque elecciones generales anticipadas.
La incertidumbre se refleja en los numerosos candidatos con los que la prensa ya especula: Soraya Sáenz de Santamaría, ex «número dos» de Rajoy; María Dolores de Cospedal, ex ministra de Defensa y rival interna de Santamaría en el PP, o Alberto Núñez Feijóo, presidente regional de Galicia, fueron los más mencionados en las primeras horas.
Pero según pasan los días se van sumando más a la lista, como la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor; el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado; el ex Ministro de Fomento Íñigo de la Serna o el líder del PP en el País Vasco, Alfonso Alonso.
Todos ellos vienen cumpliendo con el protocolo habitual de los candidatos: negando el interés al ser consultados por la prensa y remitiéndose al futuro congreso extraordinario.
Uno de los retos que deberá asumir el elegido será el de frenar el ascenso en las encuestas del otro partido que aglutina la mayoría de los votos de centro-derecha: Ciudadanos, que a pesar de ser la única fuerza que respaldó al PP en la moción de censura también lo atacó con críticas feroces durante la misma.
La tendencia de los sondeos de los últimos meses indican una importante pérdida de apoyos del PP en favor de ese partido, al que alguna encuesta llegó a situar como el primero en intención de voto en el caso de celebrarse elecciones.
Algo que ya ocurrió en la última cita electoral en España: en las elecciones catalanas del pasado diciembre, la formación «naranja» fue la más votada de la región en plena crisis independentista, en fuerte contraste con el PP, que se situó a la cola.
Además de la corrupción, ha sido precisamente la gestión de la crisis catalana la que también ha supuesto un fuerte desgaste para el PP, por lo que de cara al futuro está por ver si mantiene su posición ante el desafío independentista o cambia de estrategia.
Y por si la situación no era lo suficientemente complicada para los populares, en los últimos días reapareció la figura de José María Aznar para añadir más tensión.
El que fuera presidente del Gobierno español entre 1996 y 2004 por el PP llevaba tiempo siendo crítico con la gestión de Rajoy y no perdió la oportunidad: el mismo día en que Rajoy se despidió aprovechó para reclamar «la indispensable reconstrucción del centro-derecha» y, de paso, postularse para liderarla.
No hay que olvidar que fue el propio Aznar el que eligió a Rajoy como su sucesor en 2004, pero con el tiempo su relación se fue distanciando hasta llegar al punto de la aversión pública. Lo que más duele en el PP es que Aznar combine las críticas a su propio partido con guiños al líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
Todos estos factores avivaron las tensiones internas de un Partido Popular al que ahora le esperan días clave: de su capacidad de reacción ante su inesperada expulsión del Gobierno dependerá el papel que jugará en la política española a corto y medio plazo.
Por Jorge Aldea (dpa)