“No podemos ver porque cerramos los ojos y nos damos por vencidos. Por suerte, de tanto en tanto, en un parpadeo, atisbamos algo, y a pesar de que no nos decidamos a ir hacia ello, sabemos que hay alguna posibilidad. Las posibilidades son para manejarlas, elegirlas, decidirlas, hacer algo, porque si no hacemos nada, se convierten en infinito engaño.” (“El escalón”, Carmen Suero, La Equilibrista, 2020)
En unos meses marcados por el confinamiento internacional, aparece la novela “El escalón”, de la psicóloga y escritora catalana Carmen Suero. Una novela de ficción que esconde, sin embargo, muchos conocimientos y reflexiones que la autora ha ido recopilando durante años a través de su profesión y sus experiencias.
La historia comienza con Lucía, una mujer que descubre consternada que se ha quedado atrapada dentro de su propia casa. Tras varios momentos confusos de pánico y angustia, decide sentarse en un escalón que separa la terraza de su habitación, y allí comienza a visualizar pasajes de su vida. Estos pasajes hablan de personas, de relaciones, de momentos de un pasado que han construido la personalidad de la protagonista durante toda su vida. Aciertos y errores que han guiado sus pasos y cuyo rumbo podría haber sido distinto.
La autora plantea a través de esas visiones lo que sucede cuando uno no afronta su identidad al cien por cien y decide esconderla o camuflarla a causa de su interacción con los demás. La vida está llena de obstáculos, pero los más grandes son los que nosotros mismos colocamos en el camino. Los seres humanos somos un cúmulo de emociones, pensamientos, miedos y pasiones. Vivimos con otros y para otros y, a veces, extraviamos el significado de lo que somos. Y es que no existe ningún espejo que refleje, como un cuadro de Dorian Grey, las cicatrices ni los escombros que almacenamos por dentro. Andamos cargados de miedos, culpas y prejuicios. A menudo somos envidiosos, intolerantes y posesivos. A veces, incluso, hasta el borde de la mezquindad. Barremos debajo de la cama la mitad de un pasado que nos corresponde y, así, vamos fabricando una máscara con la que mostrar al mundo la mejor imagen de nosotros. Pero no es la más real, y no hay máscara que nos proteja de enfrentarnos a nuestra conciencia. Hay que ser consciente de que van a suceder muchas cosas buenas y malas, pero sólo nos queda la opción de enfrentarnos a ellas para poder alcanzar una vida plena y exorcizar los fantasmas que alimentamos con nuestras propias carencias.
Dice la autora entre las páginas que: “La mayor lucha en la vida, o quizás la única, es conseguir que nuestro ser sea libre, que se desate de las cadenas con que el mundo lo sujeta, y se zafe de los juicios y sentencias. La vida es poder escucharnos entre los ruidos del mundo y defender nuestro ser de las razones que lo ahogan bajo el mandato del miedo.”
Grandes reflexiones que se vierten a través de una historia muy amena que va tejiendo los pedazos de la personalidad de Lucía, la protagonista, a través de las personas que han ido componiendo su vida. Es capaz de reconocer en esos pedacitos de vida los errores y los aciertos. E incluso, a veces, el acierto de haber vivido un error. Una novela recomendable para todos los públicos y necesaria para quitarnos unos cuantos velos que nos camuflan del mundo.
Carmen Suero se ha formado como psicóloga y psicoanalista; ejerce en una consulta privada y como orientadora en Programas de Inserción Sociolaboral con colectivos diversos y en riesgo de exclusión. Ha sido finalista en varios certámenes internacionales de poesía, de relatos y de aforismos. “El escalón” (La Equilibrista, 2020) es su primera novela publicada.