La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda que el calzado infantil no es algo en lo que se pueda escatimar. Por ello recomienda confiar siempre en tiendas y marcas solventes y que ofrezcan calidad como Maria Corrales. “Que los niños usen calzado de mala calidad entraña una serie de riesgos a evitar”, reconocen desde este establecimiento especializado en ropa y calzado infantil. Es básico que el zapato sea del número adecuado. Si es demasiado pequeño, impedirá al pie desarrollarse bien provocando problemas como callos, juanetes o dedos en martillo. Si es grande, el pie flotará y se pueden producir ampollas, torceduras o caídas por la falta de sujeción.
Hay que tener presente que el crecimiento del pie de los niños es muy rápido. De hecho, hasta los 5 años crece a un ritmo de unos dos números por año. Es fundamental que los dedos tengan espacio suficiente y libertad de movimiento dentro de los zapatos.
En tiendas como Maria Corrales insisten en que la suela exterior ha de ser de caucho o de goma teniendo en cuenta que son “materiales flexibles y antideslizantes, condición sine qua non cuando se trata de niños”, apuntan. Por supuesto, como pasa con el calzado de los adultos, la plantilla tiene que absorber bien la transpiración. Son preferibles las de cuero que las sintéticas. Tienen que ser fáciles de atar ya sean cordones o tiras de velcro. Además, los que llevan contrafuerte les ayudan a mantener el equilibrio.
Por todo lo anterior es tan importante, recuerdan las organizaciones de consumidores, acudir a establecimientos donde se ofrezca un producto de calidad. Hay que procurar evitar adquirir el calzado en bazares orientales o en puestos callejeros que no respondan a unos mínimos estándares de higiene y calidad. Los expertos recuerdan además que no es recomendable que los niños hereden los zapatos de otros niños porque pueden estar hechos a su pie. Teniendo en cuenta que cada niño tiene el pie de una forma diferente, pueden provocarles rozaduras o molestias.