Sochi/Moscú, 30 jun (dpa) – La selección española de fútbol se la juega mañana ante Rusia, un partido de alto riesgo para todos, desde el presidente de la Federación a Española al seleccionador y unos futbolistas para los que quedar eliminados en octavos del Mundial no es opción.
No es lo mismo llegar a cuartos de final, ya con la expresa ilusión de luchar por el podio, que quedar apeado en la primera ronda de las eliminatorias. Y eso lo sabe bien un equipo como el español, que llega tras los fracasos del Mundial de Brasil y la Eurocopa de Francia, un límite que no le convendría volver a repetir. Y menos ante un rival como Rusia, un equipo menor por más que sea el anfitrión.
Los propios futbolistas situaron su nivel de exigencia con un detalle: pactaron antes del Mundial sus premios para el torneo -hasta 800.000 euros (935.000 dólares) por jugador si salían campeones- y sólo ganarían dinero si accedieran a cuartos de final. Algo que no ocurrió en los pasados Mundial y Eurocopa. Ellos mismo asumen que los cuartos es lo mínimo.
Es un momento trascendente para Luis Rubiales, el nuevo presidente de la Federación Española y el hombre que dio un enorme golpe de mando al despedir a su seleccionador, Julen Lopetegui, a dos días del debut en el Mundial por su acuerdo para entrenar al Real Madrid la próxima temporada.
Rubiales tomó la decisión en contra de la opinión de los futbolistas y asumió todas las consecuencias de una postura que, según reconocieron públicamente jugadores como Sergio Ramos o Andrés Iniesta, «no era la ideal». Si su selección gana, su figura quedará enormemente fortalecida. Pero si pierde…
Fernando Hierro es el capitán del barco y se situó al frente de las responsabilidades en cuanto dijo: «Ahora hay que acostumbrarse a que el seleccionador soy yo». Para todo: para la derrota y, por supuesto, para la victoria. De momento fueron dos empates y una sola victoria en la fase de grupos, y con un juego que provocó críticas.
«Su futuro se tratará en junta directiva», declaró Rubiales recientemente. Obviamente, si Hierro tiene posibilidades de seguir siendo seleccionador, como ansía, éstas pasan por estar como mínimo en cuartos de final.
Y luego aparecen unos futbolistas que durante la última semana se esforzaron, uno por uno, en señalar a la prensa como generadora de un ambiente pesimista.
«Quizá sea mi primer y último Mundial, igual que para otros», reconoció Thiago Alcantará, quien no ocultó la gran oportunidad que tiene ante sí una generación que avista su final. Y más después de irse a la parte más «golosa» del cuadro mundialista, donde están las selecciones en principio más asequibles. Una de ellas es Rusia, sin duda.
Sería difícil explicar para todos -presidente, seleccionador y jugadores- el adiós en octavos de un equipo con jugadores como Sergio Ramos, Gerard Piqué, Carlos Busquets, Isco, Andrés Iniesta, Koke, David Silva o Diego Costa. Ninguno de ellos gana menos de seis millones de euros al año. O un banquillo con Marco Asensio, Saúl Ñíguez, Nacho Fernández, Thiago Alcántara o Iago Aspas, otros jugadores de clase mundial.
Sin embargo, y más allá de los debates sobre la dignidad, España eligió la vía más arriesgada en cuanto despidió a Lopetegui. Ahora la sensación que hay es que cambió un ejercicio de confianza en sus opciones por un simple ejercicio de supervivencia. Y así acude a la cita ante Rusia.
Si cae, será un terremoto. Pero si pasa, nadie duda de que volverá a hablarse de una aspirante a todo, de un equipo de nuevo en la carrera hacia el éxito. Es lo que desean con enorme fervor presidente, seleccionador y jugadores.
Por Alberto Bravo (dpa)