La tasa de incidencia de la gripe en Asturias ha seguido descendiendo en la octava semana de este año, aunque a un ritmo algo menor que la anterior, tras haber alcanzando el pico de la onda epidémica a finales de enero. Aún así, la situación continúa siendo de difusión epidémica e intensidad media.
Según los datos recogidos por la Red de Médicos Centinela de Asturias, la incidencia baja en todos los grupos de edad, excepto a partir de 65 años, donde aumenta ligeramente. La proporción de casos con alguna complicación en el momento de la consulta y las derivaciones al hospital desde Atención Primaria se mantienen en niveles bajos.
Entre los casos notificados, los factores de riesgo más frecuentes siguen siendo el asma (5,7%), la enfermedad cardiovascular crónica (1,7%) y la enfermedad metabólica crónica como la diabetes (1,4%). Un 7,5% de los casos consta como vacunado.
En España la actividad gripal disminuye en todo el territorio vigilado, donde desde el inicio de la temporada se han notificado 1.082 casos graves hospitalizados confirmados de gripe en 17 comunidades autónomas, de los que un 54% eran hombres.
La gripe es una enfermedad infecciosa generalmente benigna, que se inicia repentinamente y puede suponer la aparición de fiebre, dolores musculares, malestar general, tos, dolor de cabeza, congestión nasal, estornudos o dolor de garganta. Está causada por un virus y se contagia muy fácilmente, por lo que es importante seguir unas buenas prácticas de higiene.
El tratamiento más adecuado consiste en aliviar los síntomas mediante analgésicos y antitérmicos. En la mayor parte de los casos la gripe se cura sola con las medidas habituales: beber abundantes líquidos y utilizar los antitérmicos y analgésicos habituales, como el paracetamol, según las recomendaciones de los profesionales sanitarios, hasta recuperarse. La vacunación anual a las personas mayores y vulnerables evita las complicaciones de la enfermedad y previene la mortalidad por esta causa.