(dpa) – Borneo es un paraíso natural sin igual. La jungla de esta gigantesca isla del sudeste asiático alberga orangutanes, elefantes pigmeos de Borneo, monos narigudos, panteras nebulosas y cálaos, entre muchas otras especies.
Al igual que la región del Amazona, las selvas tropicales de Borneo son consideradas pulmones verdes del planeta tierra, y quizá el último Jardín del Edén que queda sobre él.
Pero los incendios forestales destructivos y la deforestación masiva han sido durante décadas una pesada carga para la isla de Kalimantan, el nombre indonesio de Borneo, un territorio de gran biodiversidad.
Ahora la región se enfrenta a otro reto. Allí se está construyendo actualmente Nusantara, llamada a convertirse en la nueva capital del reino insular. Los conservacionistas ya advierten de nuevos peligros debidos al megaproyecto.
El Gobierno indonesio promociona la futura metrópolis como una ciudad inteligente sostenible e innovadora. Una utopía urbana en la que los espacios verdes y la naturaleza se combinan con la alta tecnología. En Nusantara solo se permitirán vehículos eléctricos, por ejemplo, y toda la energía se generará a partir de fuentes renovables.
El Parlamento aprobó la medida el año pasado. La razón principal es que la anterior capital, Yakarta, en la isla de Java, se está hundiendo lentamente y entre el 20 por ciento y el 40 por ciento de la ciudad se encuentra ya por debajo del nivel del mar.
Se estima que para 2050 podría estar inundada toda la zona norte de Yakarta. A esto hay que añadir el caos del tráfico y el smog que acecha a la megametrópolis de 11 millones de habitantes (e incluso más de 32 millones en la región metropolitana).
La idea es que para 2045 vivan unos 1,9 millones de personas en Nusantara. Es decir, diez veces más personas que las que viven actualmente en este territorio. La ciudad, situada en la provincia de Kalimantan Oriental, se está construyendo en medio de la selva sobre una superficie de 256.000 hectáreas (a modo comparativo, Berlín ocupa 89.200 hectáreas), de las cuales tres cuartas partes se mantendrán como terrenos forestales.
En este cinturón verde se encuentra también Samboja Lestari, un centro de rescate para orangutanes y osos malayos gestionado por la fundación protectora de animales BOS (Borneo Orangutan Survival).
«La nueva capital se construirá en antiguas plantaciones de monocultivos. Los bosques primarios desaparecieron de allí hace tiempo, y los hábitats de los orangutanes están lejos, en el interior de la isla», afirma Daniel Merdes, director ejecutivo de BOS Alemania.
Al principio hubo preocupación por el futuro del centro de rescate de orangutanes. Pero la organización trabaja ahora en estrecha colaboración con los urbanistas para encontrar la mejor solución posible para todas las partes implicadas, y para integrar en el proyecto el centro de rehabilitación de grandes simios.
«En el mejor de los casos, la ubicación de la capital en un lugar de alto perfil hará que se preste más atención a la conservación de la biodiversidad única de la isla, y que surjan nuevas oportunidades de financiación», subraya Merdes.
El jefe de la BOS, Jamartin Sihite, también ve en esto más potencial que peligro. «Alrededor del 75 por ciento de la superficie estará cubierta de bosques y funcionará con energía verde», señala a dpa. «Y la zona central de la capital se replantará con especies originales, no con monocultivos como antes», añade.
Pero otros expertos en medio ambiente advierten que Kalimantan Oriental, en particular, ya fue explotada previamente en los años ’80. Bajo el régimen del entonces dictador Suharto, quien gobernó hasta 1998, se otorgaron más de 160 concesiones forestales a empresarios en Penajam Paser Utara y Kutai Kartanegara, los mismos distritos donde se está construyendo Nusantara, según afirma Uli Artha Siagian. La activista forestal trabaja para Walhi, el principal grupo ecologista de Indonesia.
Esto tuvo como consecuencia la deforestación masiva de bosques únicos y el establecimiento de explotaciones mineras y numerosas plantaciones de aceite de palma, que pasaron una factura elevada a la naturaleza. «Las catástrofes medioambientales son cada vez más frecuentes en Kalimantan Oriental», subraya Siagian.
Según explica, los bosques tienen una función protectora como barrera contra el desagüe de agua excedente. Si no están, los desastres se vuelven inevitables. «Hoy en día, las inundaciones y los corrimientos de tierra se producen a menudo tras una sola hora de lluvia», indica Siagian.
Según la Agencia Nacional de Planificación del Desarrollo de Indonesia, la población de la provincia de Kalimantan Oriental aumentará de los 3,7 millones de habitantes actuales a más de once millones.
Ari Rompas, activista de Greenpeace, está convencido de que la migración masiva ejercerá una presión adicional sobre los recursos naturales de toda la región.
«Creemos que habrá más destrucción de las zonas forestales que quedan, incluido el manglar de la bahía de Balikpapan», afirma. Rompas teme un aumento significativo de las actividades de las empresas extractivas. «Esto amenazará aún más a especies ya en peligro», advierte.
Borneo también fue elegida como ubicación para una nueva capital porque, según el presidente Joko Widodo, el riesgo de catástrofes como inundaciones, terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas es significativamente menor allí.
Sin embargo, es dudoso que las primeras autoridades puedan trasladarse ya en 2024, como estaba previsto en un principio, dado que las obras aún están en una etapa temprana.
Rawanda Wandy Tuturoong, un importante asesor del presidente, prometió que se protegerán los bosques de Borneo. «La nueva capital nacional será una ciudad forestal inteligente», asegura. «Y eso es mejor que dejar esta zona sin urbanizar», añade.
Por Carola Frentzen y Ahmad Pathoni (dpa)