(dpa) – Cuando cae la noche en Hoi An, hasta los trotamundos más duros se derriten. El mundo se convierte en un sueño multicolor, donde los colores del arco iris se difuminan en un juego de luces.
Innumerables farolillos parpadean en las fachadas de las casas, en los balcones, en los puentes y en las pequeñas barcas que se deslizan lentamente por el río Thu Bon.
El agua brilla en tonos pastel, los enamorados se arrullan, pequeños bares de vinos invitan al aperitivo. La ciudad de la costa central vietnamita parece un cliché hecho realidad, casi demasiado bueno para ser verdad. No es de extrañar que Hoi An sea considerado el lugar con más encanto del sudeste asiático.
«Cuando oscurece, parece como si el lugar se hubiera puesto un nuevo vestido, brillante y pleno de fantasía», describe una turista alemana. La mujer tiene la sensación de que, de noche, el tiempo se detiene en Hoi An.
La pequeña ciudad también atrae durante el día con un laberinto de callejuelas estrechas, donde aguardan bonitas casas de madera, templos, salones de té, boutiques y mercados. Los conductores de rickshaw (bicitaxi) invitan a pasear, mientras los vendedores de farolillos ofrecen su gama de productos de brillo sedoso.
Fundada en el siglo IV por el pueblo cham, la ciudad sirvió más tarde al reino Champa como puerto y centro comercial. Luego fue perdiendo importancia, hasta que comerciantes de China y Japón comenzaron a asentarse en el lugar a partir del siglo XVI.
Hoi An se convirtió en el principal puerto comercial del país y uno de los principales puntos de trasbordo de la legendaria Ruta de la Seda.
Más tarde, portugueses, holandeses y franceses, entre otros, establecieron aquí puestos comerciales. Aún hoy, edificios de distintas épocas dan testimonio de la ilustre historia de la ciudad.
Uno de los testimonios más importantes de su época como metrópoli comercial es el Puente Japonés, el símbolo de la ciudad. Chua Cau es el nombre del puente cubierto de madera que antaño unía los barrios chino y japonés. La construcción sobre un afluente del río Thu Bon existe en su forma actual desde 1763.
En el interior, varitas de incienso perfuman un pequeño santuario enmarcado por farolillos amarillos. El templo está dedicado a una deidad que vela por el clima. Marineros, comerciantes y lugareños venían -y siguen viniendo- aquí para protegerse de las tormentas y las catástrofes naturales.
Pasear por el puente sostenido por gruesas vigas de madera es como adentrarse en otra época. Solo unos pocos ventiladores que hacen circular el aire caliente recuerdan que los días de la antigua Ruta de la Seda tuvieron lugar hace mucho tiempo atrás.
Joyas arquitectónicas y complejos de templos idílicos bordean la calle. Uno de los edificios más visitados de Hoi An es la Casa Tan Ky.
Aquí podrá hacerse una idea de cómo vivían los ricos mercaderes de Vietnam en el siglo XVIII. Las cuatro pequeñas habitaciones están repletas de antigüedades. La arquitectura, explica un guía a los visitantes, es una mezcla única de influencias chinas, japonesas y vietnamitas.
Los que salen de la casa por su puerta trasera se encuentran inmediatamente con un popular motivo de Instagram: varias turistas posan felices ante la fachada pintada de amarillo.
Otro punto destacado es la sala de asambleas de los chinos de Fujian: Hoi Quan Phuoc Kien.
Construida hace más de 300 años, aquí se venera a Thien Hau, diosa del mar y protectora de los marineros. La luminosa sala está repleta de estatuas y figuras de animales de China. El aire está impregnado de fragancias aromáticas.
Del techo cuelgan enormes espirales rojas de incienso, con notas pegadas a ellas. En ellos hay deseos y mensajes que se transmiten al difunto a través del humo.
Es un lugar hermoso y tranquilo para recordar a los muertos y dar espacio al duelo. Una familia francesa escribe: «Tal vez vivas un poco más aquí con este incienso encendido. Con todo nuestro amor, tus hijos y tu esposa». Las enormes espirales tardarán en quemarse, posiblemente semanas.
Cae el crepúsculo y la gente acude en masa al Puente de las Luces (Cau An Hoi) sobre el río Thu Bon. Desde allí se pueden ver ambas orillas del río, que brillan a la luz de los faroles.
Información sobre Hoi An
El aeropuerto más cercano a Hoi An es el de la ciudad de Da Nang, al que se puede volar tras hacer conexión en Hanoi, por ejemplo. También se puede viajar vía Bangkok, desde donde varias aerolíneas tienen vuelos directos a Da Nang.
Para mayor información, visitar el sitio turístico oficial https://vietnam.travel/.
Por Carola Frentzen (dpa)