La dieta de nuestros antepasados más remotos, los homininos, fue más rica y variada de lo que se pensaba hasta ahora, según describe un artículo publicado en la revista PLOS ONE que firma un equipo de la Unidad de Zoología y Antropología Biológica del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona, bajo la dirección del profesor Alejandro Pérez Pérez. El nuevo trabajo revela que, después del proceso de separación del linaje del chimpancé, hace unos seis millones de años, nuestros antepasados más directos se especializaron de forma diferencial para explotar los recursos alimentarios en ambientes muy diversos.
Sobrevivir en África oriental durante el Pleistoceno medio
La alimentación es uno de los factores diferenciadores más importantes en los primates. El proceso para obtener recursos y procesar los alimentos, que varía entre diferentes linajes, es determinante en las principales adaptaciones anatómicas del esqueleto y de los dientes. Por ello, caracterizar la dieta y las adaptaciones ecológicas de los homínidos del Pleistoceno de África oriental es esencial para conocer los hábitats donde evolucionaron los antecesores de la especie humana.
El nuevo trabajo analiza la variabilidad de los patrones de microestriación dental en primates, y perfila nuevos escenarios en la alimentación de los homininos del este de África. Además, abre incógnitas sobre ideas tradicionalmente aceptadas por la comunidad científica, como por ejemplo la de la dieta supuestamente frugívora de los homininos más antiguos (A. anamensis) o la de la hipotética dieta dura de los parantropinos P. aethiopicus y P. boisei.
Según los autores, la especie Australopithecus anamensis, fechada en unos cuatro millones de años, muestra un patrón de estrías en el esmalte de los dientes similar al de los primates cercopitecoideos —como los papiones y los mandriles—, que se alimentan de granos y semillas en ambientes áridos de la sabana abierta.
Una dieta más blanda para el Australopithecus afarensis
El nuevo estudio confirma la controvertida hipótesis de que hace unos tres millones de años la especie Australopithecus afarensis —descendiente de A. anamensis y con un patrón de microestriación más parecido al de los chimpancés y los gorilas— tenía una dieta más blanda, basada principalmente en el consumo de frutos maduros y de plantas de bosques más cerrados.
La supervivencia en ambientes tan cambiantes del Pleistoceno medio en África forzó una gran especialización en la explotación de los recursos
«Este resultado es muy sorprendente, ya que indica que la especie más antigua habría tenido una dieta más especializada que la más reciente, cuando lo más esperable sería todo lo contrario», explica el profesor Alejandro Pérez Pérez.
Las conclusiones también indican que las especies Paranthropus aethiopicus y Paranthropus boisei —formas robustas de australopitecinos, de entre uno y dos millones de años de antigüedad y con dientes muy grandes y robustos— no se habrían alimentado de recursos duros y abrasivos, como tubérculos o raíces, sino que habrían comido alimentos blandos, incluyendo probablemente proteínas de origen animal y frutos maduros.
También el Homo habilis muestra un patrón de microestriación dental similar al de las dos especies del género Paranthropus analizadas, con un mayor consumo de carne como resultado de la ingesta de carcasas o de la caza de animales. En el caso de la especie Homo ergaster, la dieta habría sido mucho más variada, incluyendo alimentos muy abrasivos junto con otros más blandos.
«La alimentación tan variada de nuestros ancestros demuestra que la supervivencia en ambientes tan cambiantes del Pleistoceno medio en África forzó una gran especialización en la explotación de los recursos para evitar competir con otras especies de primates que vivieron en los mismos ambientes», concluye el profesor Pérez Pérez.
SINC