(dpa) – Boubacar Badji sueña con Europa. El senegalés quería partir rumbo al extenso y peligroso viaje al norte, pero llegó la pandemia de coronavirus.
«La covid ha demorado todo, porque durante dos meses no he tenido trabajo», relata el hombre de 33 años.
No tener trabajo significa no tener dinero. Y un viaje en bote hasta las islas Canarias españolas o a través del Sahara con ayuda de traficantes de migrantes para luego seguir rumbo a Europa es caro.
Pero Badji decidió no renunciar a sus planes de abandonar su ciudad natal, Ziguinchor, en el oeste de Senegal. «No hay verdaderos puestos de trabajo, somos pobres», lamenta. «Es difícil quedarse aquí».
La pandemia de coronavirus, que trajo consigo el cierre de fronteras en gran parte del planeta, frustró los sueños de muchos migrantes que tenían esperanzas de un futuro mejor.
Los controles fronterizos se reforzaron, la vida pública se comenzó a controlar más y se paralizó el transporte aéreo.
Los números lo muestran con claridad: Cuando los países europeos endurecieron las medidas para controlar la pandemia, se derrumbaron las presentaciones de solicitantes de asilo, en particular entre marzo y junio. Luego volvieron a subir en el verano boreal, cuando se atenuaron las restriciones.
Esto afectó tanto a migrantes que ingresaban ilegalmente a Europa como también a las personas que viajaban con una visa legal y luego querían presentar su solicitud de asilo.
También se ha dificultado mucho solicitar un permiso de viaje porque las representaciones diplomáticas en el exterior han reducido notablemente su trabajo.
«Ha caído notablemente el número de personas que llegaron en 2020 a Europa por las tres rutas del Mediterráneo», afirma Bram Frouws, director del instituto de investigación Mixed Migration Centre. Frouws se refiere a las rutas hacia España, Italia y Grecia.
Según información de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas, en junio ingresaron solo 3.983 personas, frente a las 9.591 que lo hicieron en el mismo mes de 2019.
Sin embargo, Frouws señala que la ruta de Libia a Italia registró un aumento del tránsito de migrantes con respecto al año pasado, vinculado con el incremento del número de migrantes de Túnez.
Pero «en todas las rutas hubo un gran retroceso en la cantidad de personas provenientes de países al sur del Sahara que ingresaron a Europa», precisa el experto.
La causa no fue el coronavirus en sí mismo. «No tengo miedo a la covid-19 en Europa», asegura el senegalés Badji. Pone en palabras lo que muchas personas creen en África: Existen problemas mucho más grandes que el virus, desde la pobreza, la falta de trabajo y el hambre hasta los conflictos y enfermedades como la malaria.
La disminución de la migración se debió más al hecho de que la pandemia dificultó de repente los viajes.
Con los primeros casos de Sars-CoV-2, la mayoría de los países africanos se cerraron rápidamente, se suspendió el tráfico aéreo internacional, se cerraron las fronteras, se restringió la circulación dentro de los países y se impusieron toques de queda nocturnos.
Las consecuencias económicas afectaron aún más duro a los migrantes. Como Badji, millones de personas perdieron sus empleos.
El senegalés conduce una moto taxi, pero las autoridades suspendieron transitoriamente este medio de transporte para limitar la expansión del coronavirus, según explica.
Los que más han sufrido son quienes están en la economía informal, sin ningún tipo de seguro social. La economía africana podría retroceder este año un 3,3 por ciento, según las estimaciones del Banco Mundial, lo que representa la primera recesión de los últimos 25 años en el continente.
¿Y qué pasará una vez que se supere el coronavirus? «Espero un enorme movimiento de personas en Nigeria, porque la pandemia ha causado allí mucho sufrimiento y pobreza», dice Roland Nwoha, que apoya la reintegración de los repatriados en la organización Idai Renaissance en la ciudad de Benin.
Frouws cree que «la necesidad o el deseo de las personas de emigrar solo crecerá, pero las opciones para migrar se reducirán». El experto señala que esto puede generar nuevas dinámicas.
De todas formas, el mayor movimiento migratorio es regional, solo una minoría logra llegar a Europa, y esta migración regional podría crecer en un futuro. «Espero una menor migración a la Unión Europea para los próximos años», estima el director del Mixed Migration Centre.
El enviado especial para el Mediterráneo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Vincent Cochetel, considera difícil realizar un pronóstico.
El funcionario señala que muchos migrantes que se encuentran en los estados del Magreb padecen dificultades económicas. «Esto podría ser un motivo para trasladarse a Europa o para volver a sus países de origen donde pueden recibir mayor solidaridad».
Cochetel dice que es difícil decir si la desaceleración económica en Europa tendrá un efecto disuasivo en posibles migrantes que podrían llegar a través del Mediterráneo. «La diáspora no necesariamente presenta una imagen realista a los amigos y la familia que quedaron en el país de origen», sostiene.
El representante de ACNUR considera además que las corrientes migratorias podrían desplazarse. «Hemos visto que el cierre de las fronteras crea nuevas oportunidades para que los contrabandistas encuentren nuevas rutas», dice Cochetel.
Según Damien Jusselme, del OIM, recientemente aumentó el número de migrantes que arribaron a las islas Canarias, que pertenecen a España y están frente a la costa de Marruecos.
Frouws alerta en tanto que los traficantes de migrantes toman rutas cada vez más peligrosas para sortear las restricciones de viaje. «Esto conlleva para las personas un mayor riesgo en el viaje», advierte.
Por Gioia Forster y Martina Herzog (dpa)