(dpa)- Las cosas se mueven en Myanmar. Mientras que la crítica situación en este país en manos de una brutal junta militar parecía estática durante mucho tiempo, los grupos armados llevan varias semanas sublevándose contra el Ejército con un éxito notable.
Los generales parecen perdidos. El presidente que nombraron, Myint Swe, advirtió de la posible desintegración de la antes denominada Birmania.
«Es probable que 2023 sea el peor año para el Ejército de Myanmar desde la década de 1960», escribía en un comentario el periodista Wai Moe, antiguo preso político.
Los combates han sido especialmente encarnizados desde el 27 de octubre en el norte del estado de Shan, en la frontera con China, una región conocida por el tráfico de drogas y el juego en la que reina la anarquía. En consonancia con la fecha, los combatientes llaman a su ofensiva «Operación 1027».
En pocos días, la llamada Alianza de la Hermandad -una guerrilla formada por tres grupos étnicos- afirma haberse hecho con el control de importantes rutas comerciales hacia China, así como de más de 180 bases y puestos avanzados.
En las importantes ciudades de Chinshwehaw y Pansai ondean ahora banderas de la oposición armada en lugar de la bandera nacional de Myanmar. El Ejército responde con ataques aéreos, pero no logra avances sobre el terreno. Al mismo tiempo, según la ONU, decenas de miles de civiles están huyendo.
Lucha en varios frentes
La alianza con muchos combatientes experimentados de la resistencia está formada por tres grupos: el Ejército de la Alianza Nacional Democrática de Myanmar (MNDAA), el Ejército de Liberación Nacional Taang (TNLA) y el Ejército de Arakan (AA).
Los tres grupos son tradicionalmente cercanos a China, el socio comercial más importante de Myanmar. Pekín, que ha puesto en marcha grandes proyectos en la región dentro de su nuevo programa de la Ruta de la Seda desempeña un papel importante en el conflicto.
«Hemos ocupado grandes ciudades en la frontera entre China y Myanmar», dijo Li Kyar Wen, portavoz del MNDAA, en declaraciones a dpa. Agregó que más de 200 soldados de la Junta militar habían muerto y cientos más se habían rendido. Además, dijo, confiscaron armas y municiones del Ejército.
Los informes no pueden verificarse de forma independiente, dada la confusa situación. Sin embargo, los observadores afirman que el Ejército se enfrenta a su mayor desafío desde el golpe de febrero de 2021.
Uno de los motivos es que se están produciendo combates en varios frentes y en distintas partes del país. En el marco de la ofensiva, grupos armados se han alzado contra los militares en otros estados y han tomado ciudades y puestos militares, por ejemplo en el estado de Chin, en la frontera con India y Bangladesh, en el estado de Karenni, en el extremo oriental, en el estado de Rakhine, en el estado de Kachin y en la región de Sagaing.
La moral de las tropas de la Junta está bajo mínimos. Desde el derrocamiento y la detención de la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, los soldados han sentido de lleno el odio de la población. En muchos lugares, los generales apenas encuentran nuevos reclutas que luchen a su lado.
Pero, ¿qué papel desempeña China? Como suele ocurrir, la República Popular parece utilizar el conflicto para sus propios intereses. Sin embargo, la situación actual es complicada: aunque Pekín mantiene relaciones diplomáticas con la Junta, tradicionalmente ha mantenido estrechos contactos con los grupos guerrilleros.
Bandas chinas y fraude cibernético
En la región fronteriza del inmenso estado de Shan, que constituye alrededor de una cuarta parte de Myanmar, los casinos y las llamadas fábricas de estafas cibernéticas dirigidas por bandas chinas están en auge junto con el tráfico de drogas.
La mayoría de las personas que trabajan allí proceden de Myanmar, Laos o Camboya, y han sido atraídas con promesas de un trabajo lucrativo, pero luego son obligadas a cometer delitos. Se supone que utilizan cuentas falsas para convencer a personas adineradas de Occidente de que transfieran dinero o inviertan en criptomonedas.
Lucha por la autodeterminación y la democracia
Estas fábricas de estafas son una espina clavada para los dirigentes de Pekín, quienes presionan desde hace tiempo a la Junta de Myanmar para que haga algo contra ellas, con un éxito moderado. Al parecer, los grupos guerrilleros han prometido ahora tomar medidas como parte de su ofensiva.
Es probable que Pekín tolere la «Operación 1027» y la consiguiente inestabilidad en la región fronteriza si resuelve el problema de las fábricas de estafas en línea, afirma Nan Lwin, experto en China de ISP-Myanmar, un think tank no partidista.
El MNDAA planea a continuación atacar Laukkai, la capital de la región de Kokang. Antaño una importante región de cultivo de opio, la zona se considera ahora un centro de apuestas en línea y fraude cibernético.
Por el momento es imposible predecir lo que supondrán a largo plazo las ofensivas a escala nacional. Lo que parece seguro es que muchos grupos étnicos del país multiétnico persiguen un objetivo similar: el fin de los generales y la autodeterminación.
«En todo el país estamos luchando juntos contra el régimen militar para allanar el camino hacia el establecimiento de una democracia federal», afirma Khun Beedu, líder de la Fuerza de Defensa de las Nacionalidades Karenni (KNDF). «Aunque puede haber daños colaterales y bajas durante las operaciones, el objetivo final es la completa erradicación de la Junta».
Por Athens Zaw Zaw y Carola Frentzen (dpa)