Fráncfort, 20 oct (dpa) – A buscar alternativas. A eso está más que acostumbrado un escritor cuando un personaje no le encaja, cuando un desenlace no le acaba de convencer o cuando el adjetivo escogido no parece ser el idóneo.
Pero tener bajo control un mundo fantástico creado a base de horas de teclado es para muchos autores tan sólo una parte de su trabajo. Cada vez son más los que traspasan los límites de lo estrictamente literario y toman también las riendas del proceso de edición.
Se responsabilizan de todos los pasos previos a la publicación de su libro, desde la elección de la portada a las acciones de márketing.
Caen en el negocio editorial no siempre por propia voluntad o por vocación, sino porque para muchos constituye la única manera de dar a conocer su talento entre el gran público. Entre los irredentos, Nele Neuhaus, una escritora alemana de gran éxito que comenzó autopublicando sus propias novelas policíacas.
«Todas las editoriales me rechazaban, todavía me acuerdo, pero es lógico: era una escritora desconocida, mi libro era demasiado largo y la trama transcurría en Estados Unidos. Era un riesgo enorme», relató en un pequeño coloquio celebrado ayer en la Feria del Libro de Fráncfort.
De eso han pasado poco más de 10 años, un tiempo en el que ha vendido más de siete millones de ejemplares de sus novelas. El caso de Farina De Waard, premio a la escritora independiente de Alemania en el año 2015, es diferente. Llegó a la autoedición por propia iniciativa, convencida de que sus libros de ciencia ficción iban a calar bien entre los lectores.
«Yo quería aprender cómo funcionaba este negocio y por eso fundé mi propia editorial. Vengo de una familia de autónomos y quería tener la experiencia y ver cómo piensan los editores. Ahora tengo otra perspectiva y sé lo que uno debe hacer como autor», apuntó.
En tres meses consiguió sacar a la luz uno de sus libros, aunque le costó sacrificar muchas horas de sueño. Cuenta que los dos últimos meses no dormía debido al estrés que le generó no saber calcular con exactitud cuánto duraba todo el proceso. «Me faltaba la visión de una editorial», recordó entre risas.
La cercanía con el lector y el control total de la obra son las ventajas que más suelen citar los escritores a la hora de optar por la autoedición. Además, los lectores responden porque pueden acceder a contenidos minoritarios que las editoriales apenas miman por su bajo rendimiento económico pero que, sin embargo, sirven para crear nuevos modelos de negocio.
Empresas como Amazon, aparte de su catálogo de libros comerciales, ofrecen también a los autores la posibilidad de publicar su propia obra. El proceso de editar un libro se simplifica hasta límites inimaginables.
«El escritor de la obra sólo debe subirla a la plataforma y fijarle un precio. Después de decidir entre varias posibilidades en relación al márketing, el libro se publica online y se pone a disposición de millones de lectores que pueden descubrirlo. Lo fundamental es que el autor se implique en la publicidad, que sea activo en las redes sociales y que reaccione al feedback del público», explicó a dpa Veronika von Bredow, portavoz de Contenidos de Kindle en Alemania.
La relación con el lector se percibe en este sector como fundamental. Las críticas de los lectores deben tenerse en cuenta, indicó Nele Neuhaus, quien reconoce dedicar una hora al día para responder mensajes de sus fans a través de Facebook y otras redes.
«Hoy en día uno no puede sólo dedicarse a escribir, el negocio ha cambiado. Cuando alguien quiere tener éxito, necesita tener su marca y eso implica ser activo en tu comunidad. Yo incluso me busco en Google para ver qué se dice de mí y de mis libros», argumentó ante la atenta mirada de decenas de sus seguidores.
La autoedición, defienden desde la plataforma de Amazon, no está reñida con los estándares de calidad. A los autores se le fijan unos límites que garanticen su buena salida en el mercado porque, aseguran, el público es muy exigente y no se muerde la lengua a la hora señalar los errores.
Aunque no fuese así, recalcaron, el sistema favorece que el mercado se autorregule, funcionando como una especie de aval. «Las valoraciones negativas de un libro hacen que este caiga en el ránking y, como consecuencia, pierde visibilidad», asegura a dpa Marlene Schöllhuber, directora publicaciones directas de Kindle en Alemania.
Además, el propio desarrollo del mercado de autoedición se ha profesionalizado en los últimos tiempos porque los autores están dispuestos a poner dinero para que su obra se pueda asegurar un lugar destacado.
«La calidad es tan buena que, a día de hoy, los libros autoeditados ya apenas se diferencian de aquellos que publican las editoriales», concluyó Schöllhuber.
Por María Prieto