Núremberg (Alemania), 22 ene (dpa) – La Agencia Federal de Empleo de Alemania afronta el 2022 con un déficit presupuestario de 1.300 millones de euros (1.475 millones de dólares), según declaró a dpa su responsable de Finanzas, Christiane Schönefeld.
La Agencia necesitará mucho tiempo para volver a acumular reservas que le permitan protegerse de posibles crisis tras la pandemia de coronavirus. «Pasarán años antes de que volvamos a tener un colchón financiero seguro y a prueba de crisis», alertó Schönefeld.
Como muy pronto, se podría volver a ahorrar dinero a partir de 2023, subrayó Schönefeld.
Después de dos presupuestos en 2020 y 2021 con gastos extremos de 61.000 y 58.000 millones de euros, respectivamente, Schönefeld espera una mejora en el presente año.
«Estamos avanzando hacia la normalidad», dijo. Está previsto un gasto de 38.000 millones de euros, agregó. «Podemos asumir con optimismo que no estamos completamente equivocados», añadió.
Según los cálculos realizados hasta ahora, la crisis del coronavirus ha costado a la Agencia unos 52.000 millones de euros. A modo de comparación, la crisis financiera de 2008 y 2009 consumió 19.000 millones de euros de las arcas de la Agencia con sede en Núremberg.
En la crisis actual, se ha recurrido mucho más al trabajo a jornada reducida que entonces: por un lado, porque el instrumento se ha hecho más atractivo mediante el aumento de las remuneraciones y la asunción de las cotizaciones a la seguridad social, y por otro, porque los empresarios querían retener a su personal en tiempos de escasez de trabajadores cualificados.
Solo las cotizaciones a la seguridad social de los trabajadores acogidos al régimen de jornada reducida habrían consumido casi por completo la reserva de la Agencia de casi 26.000 millones de euros, que en su momento parecía inagotable.
«Hemos luchado mucho por la reserva, pero también la hemos perdido rápidamente», explicó Schönefeld. «Hemos podido amortiguar mucho gracias a ello», agregó.
Para el año en curso, la Agencia Federal de Empleo de Alemania basó sus cálculos en una media anual de unos 300.000 trabajadores a jornada reducida. Si hubiera más, habría que hacer nuevos cálculos.
Además de los pagos, hay un considerable gasto adicional para la entidad por el personal necesario para tramitar reducciones de jornada.
«Para posibles pandemias futuras, hay que plantearse si el trabajo a jornada reducida es la herramienta adecuada», reflexionó Schönefeld. El instrumento, con su enorme cantidad de trabajo tanto para los empresarios como para la propia Agencia, no fue pensado para pandemias sino para crisis económicas puntuales.