Houston (EEUU), 19 jun (dpa) – El alemán Jürgen Klinsmann tiene un objetivo claro en la Copa América Centenario: afianzar la mentalidad ganadora en la selección de fútbol de Estados Unidos y trabaja como un artesano para lograrlo.
«Klinsmann es un gran motivador», reconoció ayer el arquero Brad Guzan antes del entrenamiento en Houston.
Guiado por el veterano «cowboy» Clint Dempsey, el conjunto estadounidense hizo historia al clasificarse por primera vez desde 1995 a unas semifinales de Copa América. «Nuestros jugadores están más convencidos y más confiados cuando uno empieza a tener resultados», destacó el técnico.
Detrás de todo hay mucho trabajo, tanto deportivo como psicológico.
La apuesta de Klinsmann de renovar a medias el plantel, es decir sumar jóvenes talentos pero mantener referentes con experiencia, muestra resultados pese a las fuertes críticas iniciales a decisión de mantener a Dempsey.
El «cowboy» lidera junto al argentino Lionel Messi y el brasileño Philippe Coutinho el ranking de máximos artilleros del certamen, todos con tres goles, y demostró que es el jugador desequilibrante del equipo, el socio del gol. «Sirve mucho tener jugadores que saben cómo jugar estos partidos», explicó el técnico.
En los cuartos de final Dempsey anotó un tanto y dio la asistencia del segundo, respaldado en la velocidad y el avance directo de Bobby Wood y Jermaine Jones, en el 2-1 ante Ecuador.
«En los últimos dos años crecimos y aprendimos. Siempre hay un riesgo pero ellos están recibiendo cada vez más mensajes, entienden cuál es el siguiente nivel, y la Copa América es una gran prueba del nivel que ellos quieren tener», señaló el ex técnico del Bayern Múnich tras la clasificación.
En el último Mundial de Brasil 2014, Estados Unidos cayó en octavos de final 2-1 ante Bélgica en tiempo suplementario. Pero venía de dejar afuera al Portugal de Cristiano Ronaldo en el Grupo D, en el que quedó segundo detrás de Alemania.
La selección estadounidense vivió «un proceso normal». «Es importante que el equipo aprenda que de repente hay recaídas y luego redirigirlos positivamente para el otro juego», aseguró el entrenador de la selección alemana en el Mundial 2006.
La poca pasión popular que despierta el fútbol en Estados Unidos es otro de los factores negativos que enfrenta Klinsmann en su tarea diaria. Pero no duda en pararse en medio del campo de juego a arengar al público, como lo hizo en el CenturyLink Field de Seattle moviendo sus brazos pidiendo más y más cánticos y aplausos.
Seattle fue un caso particular, ya que se la considera la «capital del fútbol» en la costa noroeste del Pacífico, donde se palpita mucho más este deporte que en otras regiones del extenso país. «¿Por qué no tenemos a un Messi o a un Cristiano Ronaldo?», cuestionaba un analista deportivo en la radio norteamericana.
La Copa América Centenario ocupa un lugar muy relegado en una nación que late al ritmo de la intensa final de la NBA entre los Cleveland Cavaliers y los Golden State Warriors, y en ese contexto, Klinsmann lucha por posicionar a sus muchachos.
«Nos encanta ver cómo a la gente le fascina el fútbol, aunque este torneo no es tan popular aquí todavía y a veces hay que presionarlos un poco para tener mejor energía. Es difícil que la gente entienda lo que es la Copa América, pero se está dando cuenta de que esto es cosa seria», remarcó el ex internacional alemán.
«Lo más importante ahora es el equipo nacional porque es televisado en todo el país y para los jugadores es una experiencia increíble», aseguró Klinsmann, que con su trabajo diario y artesanal pretende seguir con el crecimiento de la selección estadounidense.
Por Cecilia Caminos