(dpa) – A pesar de que se podría suponer lo contrario, el sótano donde Adrian Kozakiewicz pasa la mayor cantidad de su tiempo criando distintas especies de insectos tropicales y exóticos no es espectacular y tiene un aspecto muy pulcro y ordenado. El alemán, de 19 años, se autoproclama el criador de insectos más joven de Europa y le brillan los ojos al hablar de su gran pasión: las mantis religiosas.
Para su sorpresa, se ha convertido en una estrella en las redes sociales. Su página de Facebook «Bugs and Science» (Insectos y Ciencia) tiene alrededor de 270.000 seguidores, unos dos millones de personas miran todas las semanas sus clips y otras 55.000 lo siguen en Instagram. También en Twitter empezó a sumar adeptos y miles de personas miran sus videos a través de YouTube «InsecthausTV». Además, ya estuvo en numerosos programas de televisión.
Frente a las cámaras, el joven muestra cómo estos espectaculares ejemplares se arrastran por su mano o su rostro, o presenta al caracol más grande del mundo, cuyo cuerpo cubre casi la mitad de su antebrazo.
En sus videos también exhibe a la cucaracha más grande del mundo o polillas gigantes del tamaño de la mitad de su cara. Pero el joven hace sobre todo hincapié en su gran amor: las mantis religiosas. A ellas les dedica desde hace años toda su pasión. «Es como una adicción, como juntar cartas de Pokémon», asegura.
El criador de insectos acumuló mucho conocimiento en el campo de la entomología. «No es un científico en el sentido estricto, pero sabe de lo que está hablando», señala el biólogo Rolf Mörtter, quien supervisó a Kozakiewicz en el marco de un proyecto científico para jóvenes del Museo de Historia Natural de Karlsruhe, donde también trabajó un tiempo tras finalizar la escuela.
Paralelamente, siguió desarrollando su empresa online «Insecthaus» y ahora, además de escribir un libro, se dedica a criar insectos para clientes en Europa y Estados Unidos y también para vendedores e investigadores.
Algunas personas sin embargo ven con escepticismo la manera en la que Adrian posa con estos bichos. «El animal no tiene ningún beneficio», sostiene Martin Höhle, de la empresa «ThePetFactory», que se cuenta entre un puñado de comerciantes de este tipo de insectos.
Según Höhle, el interés en este tipo de especies crece de forma contínua y son buenos como primeros animales para los niños. «Con poco esfuerzo y costos bajos se pueden mantener de manera adecuada para la especie», apunta.
Por el contrario, la Sociedad Protectora de Animales de Alemania desaconseja mantener insectos exóticos en los hogares. No se ha comprobado científicamente si los insectos sufren o no. «Como actuamos bajo el principio de ‘en caso de duda a favor del animal’, tenemos la misma posición para el caso de insectos e invertebrados», señala una portavoz de la organización.
Adrian Kozakiewicz está seguro de que los animales están tranquilos. El 90 por ciento de los comentarios y mensajes debajo de sus clips son positivos.
En el sótano de su casa hay una gran cantidad de estantes de madera sobre los cuales se ubican cajas de plástico y terrarios de vidrio. El ambiente es moderadamente cálido y no hay olor desagradable. El espectáculo comienza detrás de los cristales. De hojas o ramas penden bellos ejemplares de patas largas, algunos boca abajo, algunos en el suelo.
Las mantis religiosas son verdes como el color de la hierba, algunas manchadas y camufladas como una hoja muerta o corteza de árbol, otras de un blanco suave como una flor de orquídea.
El joven alemán tiene cerca de 70 especies y un total de 700 animales. «Yo le muestro a la gente seres vivos que nunca han visto», afirma Adrian, como le gusta ser llamado.
Hace ocho años llegó con sus padres de Polonia a Alemania. Aprendió su nuevo idioma en tiendas de mascotas, donde limpiaba los terrarios y se ocupaba de los animales. Comenzó a intercambiar información con otros aficionados y empezó a visitar ferias especializadas.
«No hubo un comienzo, siempre fue así», asegura el joven, quien ya había comenzado a criar mariposas y saltamontes en su Polonia natal. Luego, en Alemania, comenzó su fascinación por las mantis religiosas. En tanto, los dos perros que comparten la vivienda con Adrian y sus padres en la localidad de Waldbronn, en Karlsruhe, no le interesan en absoluto.
Entre dos y tres veces al año viaja a Asia, sobre todo a Tailandia y Malaisia, en búsqueda de mantis religiosas, de las cuales hay unas 3.000 especies descritas. Al no estar protegidas se pueden ingresar sin problemas en Alemania y ser utilizadas para su reproducción. Este insecto cuesta entre 10 y 500 euros.
Adrian no revela sus ingresos, pero no escatima calificativos para describir su pasión por las mantis religiosas: su camuflaje magistral, su infinidad de colores y su gran variedad.
Por Anika von Greve-Dierfeld