(dpa) – A unos 5.000 metros de altura, el desierto rocoso deja paso a los últimos glaciares de hielo que quedan en el monte Kilimanjaro. En ningún lugar de África se puede llegar más alto que a los 5.895 metros del pico Uhuru, el punto más elevado del macizo montañoso del Kilimanjaro. Y mientras el aire que respiran los escaladores que se dirigen a la cumbre se enrarece cada vez más, el «techo de África» ofrece desde mediados de diciembre Internet de alta velocidad a casi 6.000 metros de altura.
Tras la pandemia de coronavirus, el Gobierno de Tanzania lanzó una gran campaña para que los turistas vuelvan al país. Entre las medidas tomadas para favorecer el turismo se encuentra la de ofrecer cobertura wifi en las regiones turísticas más remotas del país.
Uno de los integrantes del equipo de escaladores es Peter Ulanga, director general de la empresa de telecomunicaciones TTCL, responsable del servicio. El empresario señala que la seguridad tiene la mayor prioridad. «Ahora se puede llamar a los familiares desde la cumbre y decirles que se ha llegado a la cima», añade Ulanga, que, junto con el ministro de Información de Tanzania, Nape Nnauye, es uno de los primeros en utilizar Internet en la cumbre.
La conexión a Internet fue inaugurada oficialmente el 13 de diciembre de 2022 por un grupo que alcanzó la cumbre tras varios días de escalada. Según se supo poco después, el acontecimiento se vio ensombrecido por la trágica muerte de un periodista tanzano. Sus colegas explicaron que este tuvo un accidente durante el regreso, y confirmaron así las informaciones aparecidas en los medios de comunicación.
De todos modos, en el futuro habrá en las redes sociales muchas fotos de turistas orgullosos de haber llegado al «techo de África», lo que atraerá a más visitantes a la montaña. Un plan arriesgado, como demuestra un vistazo a los Alpes.
En los últimos años se ha desarrollado en la cadena montañosa de Europa Central un fenómeno que podría denominarse alpinismo en las redes sociales, y que tiene como fin convertir determinados lugares en auténticas atracciones turísticas. Un ejemplo de ello es el manantial en las montañas que rodean el lago Königsee, en el Parque Nacional bávaro de Berchtesgaden. Al desbordarse, esta piscina natural se vierte en el lago en forma de cascada. Durante años, multitudes de turistas se han agolpado ante este escenario natural para hacerse una foto y publicarla en Instagram.
«El público que admira la cascada no son escaladores, sino normalmente jóvenes de fuera de la cuenca del valle de Berchtesgaden», señala Carolin Scheiter, portavoz de la Administración del Parque Nacional de Berchtesgaden, y añade que a estos solo les interesa hacer «esa foto» y que luego se van inmediatamente.
En el interín, el manantial se ha cerrado al público, ya que se han producido repetidos accidentes. Hace tres años, dos jóvenes murieron mientras se bañaban. Durante la pandemia, el número de visitantes siguió aumentando: hasta 400 en los días con buen tiempo. «Cabe añadir que el manantial se encuentra en el escarpado bosque de montaña y lejos de la red oficial de senderos, y que solo se puede llegar a él por caminos no señalizados», informa Scheiter.
En el valle austriaco de Zillertal, los turistas pueden hacerse una foto en el puente Kebema, no lejos del concurrido refugio de Olperer. El puente colgante une solo dos salientes a pocos metros del suelo, pero fotografiado en el ángulo correcto, este parece flotar sobre los cientos de metros de profundidad de las gargantas del valle.
Si bien el puente es menos peligroso que el manantial del Königssee, la naturaleza que lo rodea también sufre el embate de los turistas. Acampadas ilegales, hogueras, uso de drones con cámara, deshechos y ruido: en el Parque Nacional de Berchtesgaden, las infracciones aumentaron considerablemente, sobre todo durante la pandemia, afirma Scheiter.
La conservación de la naturaleza también desempeña un papel decisivo en el Kilimanjaro. El macizo montañoso es Patrimonio de la Humanidad, pero el ecosistema lleva mucho tiempo sometido a un fuerte impacto. Los climatólogos prevén que los glaciares de la cumbre se habrán derretido por completo en unos años. En los últimos meses también se han producido graves incendios forestales que han devastado 3.400 hectáreas del parque nacional. Al principio no estaba claro qué había ocurrido exactamente, pero la Policía tanzana no descarta que estos hayan sido causados por «intervención del hombre».
Según Ulanga, justamente por ese motivo se le dio tanta importancia a la compatibilidad medioambiental en el proyecto de Internet: «Los cables de fibra óptica no se tendieron bajo tierra, sino en la superficie, para interferir lo menos posible en el ecosistema», informa. Sin duda, los responsables también han aprendido del otro gran proyecto turístico de la montaña: desde hace años, el Gobierno planea instalar un teleférico en la montaña, a pesar de las protestas masivas de los grupos de conservación de la naturaleza y de la población local. Son muchos los que viven del dinero que pueden ganar trabajando como guías de montaña para turistas.
Hasta ahora, unos 50.000 turistas al año se atreven a escalar el Kilimanjaro. La montaña más alta de África, en el norte de Tanzania, se considera un desafío menor entre los alpinistas. A diferencia de los picos más altos de otros continentes, como el Everest, incluso los turistas sin experiencia pueden subir a la cumbre.
Tras dos años de pandemia, Tanzania depende más que nunca precisamente de estos turistas. El sector turístico es un factor económico central para este país con numerosos parques nacionales. Según el Ministerio de Finanzas tanzano, el 17 por ciento del producto interior bruto lo genera el turismo. De acuerdo con informaciones del Banco Mundial, en el sector trabajan 850.000 personas. En el punto álgido de la pandemia, el número de turistas cayó un 60 por ciento.
Ahora Tanzania apunta al objetivo de fomentar, hasta 2025, un auténtico auge turístico y espera recibir a cinco millones de turistas al año. Antes de la pandemia, la cifra ascendía a 1,5 millones.
Ulanga está seguro de que Internet es una ventaja para los ciudadanos locales, ya que los guías pueden ahora comunicarse aún más fácilmente con sus grupos de turistas. Sin embargo, queda por ver si se logrará el objetivo del Gobierno tanzano y si la naturaleza del Kilimanjaro podrá soportar la nueva afluencia de turistas.
Por David Renke (dpa)