Ciudad de México, 2 ago (dpa) – Para muchos el piloto fue el gran héroe que evitó una tragedia en el accidente de avión del martes en México. Pero muchas incógnitas envuelven todavía al «milagro de Durango», en el que 103 pasajeros y tripulantes sobrevivieron.
¿Cuánto se elevó el avión de Aeroméxico en el despegue, antes de golpear en tierra y empezar una carrera loca por más de 300 metros en terreno irregular? ¿Hubo viento tan fuerte como para desestabilizarlo?
¿Por qué se le permitió el despegue del aeropuerto de Durango, en el norte de México, si algunos relatos e imágenes de video atribuidas a esa tarde describen una tormenta feroz con viento y granizo?
Y esa tormenta, ¿fue más grave que otras en las que los aviones despegan sin problemas? ¿Por qué el cielo entonces se ve en partes despejado mientras el avión se consume en las llamas? ¿Fue el piloto el héroe o hubo algún error humano?
Las respuestas tardarán todavía un poco en llegar porque las investigaciones están en proceso. El director de Aeroméxico, Andrés Conesa, dijo que podrían pasar meses hasta que se tenga el rompecabezas completo.
Sin embargo, las piezas están ya sobre la mesa. Las cajas negras con conversaciones de vuelo y datos técnicos han sido recuperadas. El piloto está consciente después de ser intervenido por una contusión de médula espinal. Los pasajeros han dado sus testimonios.
El piloto Carlos Galván, que tiene 38 años y obtuvo su cédula profesional en 2011 según medios mexicanos, fue uno de los 22 heridos -ninguno en riesgo de muerte- que permanecían hospitalizados después del accidente.
Sus lesiones en la espalda fueron delicadas, pero se ha descartado prácticamente que vaya a perder movilidad.
«Afortunadamente se está recuperando el paciente de forma adecuada», dijo hoy el director del Hospital General 450 de Durango, Artemio Ortega, a Radio Fórmula. «Él relata su experiencia traumática en este evento con bastante precisión».
Los elogios a la tripulación del avión -formada por el piloto, el copiloto y dos azafatas- han sido unánimes. Sobre todo por la forma rápida en que se hizo la evacuación de los 99 pasajeros, entre ellos 11 niños.
«Muchos de los pasajeros que estaban en esta aeronave nos refieren que la tripulación, las cuatro personas que venían de tripulación a bordo, hicieron un gran trabajo», dijo el director general de Protección Civil, Ricardo de la Cruz.
También los pasajeros hicieron su parte. El español José Manuel Pulgar, de 43 años, ayudó a otros viajeros y al piloto a salir del avión en llamas junto con un mexicano, según el relato de su hermano.
Un factor que fue clave es que el avión quedó en posición horizontal. La calcinación de la aeronave que se ve en imágenes se dio cuando los pasajeros ya habían salido entre el humo.
Las autoridades han sido cautas. No descartan que haya habido algún error en el proceso de despegue, más allá de las condiciones meteorológicas.
«No se puede descartar nada, el error humano por supuesto está en la agenda y habrá que analizarlo», dijo el ministro de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.
«No hay que olvidar que muchísimos vuelos del mundo despegan en momentos de lluvia, neblina. Hay equipos muy modernos para tener certeza», señaló.
Los pilotos deben recibir autorización de la torre de control. Y estas a su vez se basan en el visto bueno de los Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, que determinan si hay condiciones para el despegue. Después entra en juego el criterio del piloto, que toma la determinación final.
Para el presidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México, Heriberto Salazar, hay que esperar antes de sacar conclusiones, como expresó en una entrevista al diario «El Heraldo de México».
«No podemos colgarle medallas a nadie hasta saber cuáles fueron las razones porque las que el avión se accidentó», advirtió.
Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)