Múnich, 22 dic (dpa) – El coleccionista de arte Cornelius Gurlitt estaba en posesión de sus facultades mentales cuando hizo testamento a favor del Museo de Arte de Berna, en Suiza, según un informe pericial publicado hoy por el tribunal de Múnich.
Gurlitt saltó a la fama cuando se supo, a finales de 2013, que guardaba una importante colección de arte desconocida hasta entonces en su piso de Múnich.
Las autoridades fiscales alemanas habían encontrado meses antes el tesoro artístico, compuesto por más de 1.250 obras de artistas de primer orden. El registro de su casa en la localidad austriaca de Salzburgo resultó en la confiscación de otras 238 obras. La colección secreta de Gurlitt incluía piezas de Picasso, Renoir o Monet.
El anciano murió a los 81 años en 2014 y legó su colección al museo de Berna. Su prima Uta Werner recurrió la validez del testamento, argumentando que no poseía sus facultades mentales cuando lo redactó.
Tras estudiar el informe, los jueces de Múnich tendrán tiempo hasta el 1 de febrero para dictaminar sobre la validez del testamento.
Se sospecha que la colección de Gurlitt contiene piezas expoliadas por los nazis a coleccionistas o a artistas judíos en Alemania o en los territorios que ocupó en la II Guerra Mundial.
Alemania encargó a una comisión de expertos el esclarecimiento de la historia de todas las obras de la colección Gurlitt. Sobre casi 500 de ellas pesa la sospecha de que llegaron a manos de su padre, Hildebrandt Gurlitt, a través de sus comprobadas colaboraciones con el régimen nazi. Gurlitt padre fue un célebre marchante de arte con excelentes relaciones políticas y comerciales antes de la guerra.
Sin embargo, en casi dos años de trabajo, los expertos solo han identificado como de origen ilegítimo cinco de las obras que estuvieron en posesión de Gurlitt.
El más célebre de ellos es la «Mujer sentada» de Henri Matisse, que perteneció al coleccionista judío Paul Rosenberg, a quien se lo robaron los nazis en París. Las herederas de Rosenberg recuperaron la obra en mayo.
Otro es un óleo de Max Liebermann que fue propiedad del marchante judío David Friedmann hasta que se lo confiscaron los nazis y Gurlitt padre lo compró. Fue devuelto a los herederos de Friedman y subastado en junio por 2,6 millones de euros (2,85 millones de dólares).
También el óleo de Camille Pissarro «El Sena visto desde el Puente Nuevo, con el Louvre de fondo» fue adquirido por Hildebrandt tras su robo por parte de los nazis. La heredera de su dueño legítimo, un marchante judío, espera la devolución de la obra.
Además, se han identificado un dibujo de Carl Spitzweg y otro de Adolph von Mentzel como obras robadas por los nazis a sus respectivos propietarios. Los herederos aún no los han recibido.
La jefa del grupo de expertos, Ingeborg Berggreen-Merkel, avisó en el Parlamento federal (Bundestag) y en la radio bávara de que el esclarecimiento iba a ser complicado. «En un buen número de casos será imposibles esclarecer el origen de las piezas, por falta de documentos fiables», dijo la jurista.
Tras dos años de trabajo y 1,7 millones de dinero público invertido en el grupo de expertos, el resultado decepcionó a la oposición parlamentaria alemana y a los herederos de las víctimas de los nazis.
El representante de las víctimas que reclaman las obras a través de la asociación Claims Conference, Ruediger Mahlo, lamentó que el trabajo de la comisión sea lento y escaso de resultados.