Wolfsburgo, 24 feb (dpa) – El grupo automotor alemán Volkswagen anunció el viernes que en 2017 logró beneficios netos por valor de 11.400 millones de euros (14.000 millones de dólares), en un momento en el que su imagen sigue manchada por acciones fraudulentas, como el escándalo de manipulación de motores diésel revelado hace dos años.
Con estos resultados, las ganancias netas que se apunta el fabricante alemán son más del doble que las registradas en 2016, precisó la propia compañía con sede en Wolfsburgo.
El superávit del pasado año es incluso superior al alcanzado por la compañía antes de que saltase a la luz en 2015 el trucaje en los motores diésel de más de 11 millones de automóviles en todo el mundo. Además, se registra en un instante en el que Volkswagen todavía afronta desembolsos millonarios, entre otros, por indemnizaciones y multas destinadas a hacer frente al escándalo de manipulación.
En 2017, el grupo Volkswagen vendió 10,74 millones de automóviles en todo el mundo, un cuatro por ciento más que un año antes. Esta cifra le sirve para mantenerse como el mayor productor automovilístico a escala global, que el pasado año logró facturar un 6,2 por ciento más, hasta los 230.700 millones de euros.
El escándalo ha vuelto a sacudir recientemente a Volkswagen, después de que la prensa revelase a principios de este año que la compañía, con las también fabricantes alemanas Daimler y BMW, participó en experimentos con monos y con seres humanos, haciéndoles inhalar dióxido de nitrógeno (NO2) en diferentes concentraciones.
Se trataba de experimentos realizados por la Asociación Europea de Investigación para el Medio Ambiente y la Salud en el Sector del Transporte (EUGT), un centro de investigaciones financiado por las automotrices alemanas Volkswagen, BMW y Daimler (fabricante de Mercedes), que fue disuelta en 2017.
En uno de los ensayos, realizado en dependencias de la Universidad Técnica de Aquisgrán, en Alemania, 25 personas sanas inhalaron durante horas distintas concentraciones de dióxido de nitrógeno, un gas que irrita las vías respiratorias y que procede principalmente de los tubos de escape de los vehículos.
El escándalo obligó a los fabricantes a depurar responsabilidades. Daimler despidió a la persona que representaba a la compañía en la EUGT. Su competidora Volkswagen fue más allá y anunció que suspendía a uno de sus máximos ejecutivos, el apoderado general Thomas Steg.