(dpa) – El Forum de la ciudad holandesa de Groninga parece un menhir gigante de Obelix. Esta enorme roca artificial llamaría la atención incluso en Manhattan o Londres debido a su arquitectura poco convencional. Sin embargo, en Groninga, rodeada de coquetas casas de ladrillo con frontones blancos, el bloque de 45 metros de altura se ve como algo completamente irreal.
Así y todo, los habitantes de Groninga parecen haberse acostumbrado. «Genial, ¿no?», dice un ciclista que pasa por allí. Sí, es bastante genial.
Por dentro, el Forum se ve como un centro comercial lujoso. Las escaleras mecánicas conducen hasta alturas que marean. Los enormes ventanales dejan entrar la luz del sol. Pero aquí no se vende nada. ¿Se trata de una sala de conferencias de lujo?
Eso parecen indicar las filas de asientos que se elevan como en una arena, en los que se ubican cómodamente jóvenes en camiseta y sudadera con sus portátiles. Un piso más arriba, algunos puestos de trabajo con mesas ofrecen mayor comodidad. Las personas que se encuentran aquí también parecen tener menos de 25 años.
Un piso más arriba parece haber un café, por lo menos se puede tomar uno allí. Pero, atención: la biblioteca de la ciudad tiene al parecer también su sede aquí. Dan ganas de probar de inmediato sus sillones orejeros giratorios, que se ven muy confortables, y si es posible, escuchar un audiolibro.
Y luego también están el museo del cómic, un restaurante y un cine. El Forum de Groninga podría ser descrito como una ciudad vertical, apilada, con diversas instalaciones, puntos de encuentro y lugares públicos ubicados en sus distintos niveles.
Este menhir «high-tech» es algo muy novedoso, de lo que da cuenta también la cantidad de medios internacionales que informaron sobre su apertura a finales de 2019. El diario británico «The Guardian» escribió que esta obra demostraba que los centros de las ciudades no tienen que girar solamente en torno a lo comercial. El éxito es indudable: los 1,3 millones de visitantes pronosticados para el primer año llegaron ya en los primeros tres meses.
Groninga es actualmente una ciudad que marca tendencia y no por nada. Si bien se trata de una urbe antigua y cuenta con edificios históricos, casi 60.000 de sus 200.000 habitantes son estdudiantes. Esto hace de Groninga la ciudad más joven de los Países Bajos. La edad promedio es de 36 años, mientras que en todo el país es de 41.
Durante el periodo de clases de la universidad, Groninga parece estar poblada exclusivamente por estudiantes. Los sábados se ve algo distinta, porque llegan a ella personas de los alrededores para hacer compras. Por si fuera poco, los habitantes de Groninga se encuentran entre los europeos más felices, al menos si se le cree a un estudio llevado a cabo por la Unión Europea (UE).
El hecho de que la ciudad parezca tan animada también tiene que ver con su amplia zona de influencia: la próxima ciudad de cierto tamaño está a una distancia excesiva para los estándares holandeses. No se llega rápidamente a otro lugar ni siquiera conduciendo rápido. Al norte de Groninga hay campos de patatas y remolachas azucareras, y más allá de ellos se encuentra el mar. Al este se encuentra Alemania. Y al oeste y al sur hay tierras de cultivo no habitadas.
Groninga, en cambio, palpita, tiene vida. Sobre todo alrededor de la gran plaza conocida como Grote Markt. Los incendios provocados por la ocupación alemana y los bombardeos de los liberadores canadienses hicieron que dos de sus cuatro costados resultaran destruidos en 1945, poco antes del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Posteriormente, en la reconstrucción de la ciudad, se erigieron construcciones tal vez prácticas, pero feas. Sin embargo, Groninga logró en las últimas décadas ir eliminando algunos de estos «pecados arquitectónicos» de la posguerra.
La nueva arquitectura no busca recrear la historia, pero logra fundirse perfectamente con el paisaje. Un ejemplo es la muy visitada sede de la asociación estudiantil más antigua de los Países Bajos, «Vindicat atque polit», cuya sociedad se rige por el lema «Mutua Fides» (confianza mutua).
Si se sigue caminando desde la plaza se llega a otra gran plaza detrás del ayuntamiento, la Vismarkt, donde realmente sigue funcionando un mercado casi todos los días. Sobre la plaza se encuentra la antigua bolsa de cereales (Korenbeurs), en la que hoy en día funciona un supermercado. Cuando uno se para frente al edificio, con sus llamativas columnas, y se dirige a la izquierda, se llega a la calle comercial más bonita de la ciudad, la Folkingestraat. Allí se encuentra también la vieja sinagoga.
El edificio más llamativo después del Forum de Groninga es el museo de Groninga. El edificio del arquitecto italiano Alessandro Mendini, inaugurado en 1994, parece una embarcación futurista y se emplaza entre la estación central y el centro de la ciudad. La idea principal que rigió el diseño del museo fue no construir un templo del arte sino un laberinto en el que se borraran las fronteras entre diseño, arquitectura, arte y medios.
Sin embargo, no hay solo arte para ver. También se pueden apreciar porcelanas asiáticas que durmieron durante siglos en el lecho marino, entre los restos de un barco hundido de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC), hasta que en 1985 fueron descubiertas por buzos.
Por Christoph Driessen (dpa)