(dpa) – El jardín de la abadía agustiniana de la ciudad checa de Brno no se parece a ningún otro: fue precisamente aquí donde Gregor Johann Mendel realizó en su día sus famosos experimentos con guisantes y desarrolló las famosas reglas que sentarían las bases de la genética moderna. Este año, el polifacético sacerdote y científico naturalista habría cumplido 200 años.
«Cuanto más tiempo vivo aquí, más me fascinan nuestros predecesores del siglo XIX», señala el monje Jozef Rzonca inclinado sobre una planta de guisantes. El religioso entró en contacto con Mendel mucho antes de entrar en la Orden de San Agustín. Primero como criador de conejos y luego como empleado de un instituto de investigación para la cría de ganado, se dedicó a observar las reglas de Mendel y sus excepciones en la práctica.
Pero volviendo al guisante de huerta: si se cruzan guisantes puros de flor blanca con una variedad pura de flor roja, el color rojo, de carácter dominante, prevalece en la primera generación filial. Esta es la regla de la uniformidad. Si se cruzan las dos variedades resultantes entre sí, en la siguiente generación filial una cuarta parte de las plantas vuelven a ser de flor blanca. Esta es la así llamada regla de la segregación.
«Mendel había estudiado matemáticas y combinatoria en Viena con los mejores profesores, y aplicó sus conocimientos a la biología, lo que era bastante inusual en aquella época», explica Rzonca, mostrando a los visitantes la espléndida biblioteca de la abadía, desde la cual una especie de puerta secreta conduce a más habitaciones repletas de libros. No hay dudas de que se trata de un entorno altamente intelectual.
Pero, ¿hizo Mendel trampa al utilizar solo variedades de guisantes cuidadosamente seleccionadas para sus experimentos? «No es cierto que Mendel hiciera trampas, pero podría decirse que tuvo bastante suerte en la selección de su organismo modelo», afirma Nils Christian Stenseth, de la Universidad de Oslo, Noruega.
Según el biólogo, aunque ahora se sepa mucho más sobre genética —desde los cromosomas hasta el ADN—, las investigaciones de Mendel siguen siendo muy importantes. Los descubrimientos de Charles Darwin y Mendel son los principales pilares de la biología evolutiva moderna, subraya Stenseth. Mendel había estudiado intensamente la obra de Darwin «El origen de las especies», pero Darwin no conocía a Mendel.
De hecho, los «Experimentos sobre híbridos de plantas» de Mendel, publicados en 1866, no fueron reconocidos por los expertos. El abad solo alcanzó la fama mundial décadas después de su muerte en Brno en 1884.
Este hecho no hizo mella en su sed de conocimientos en muchos campos. En la abadía aún se conservan sus instrumentos de investigación, desde un microscopio hasta un barómetro y un telescopio para observar el sol. El colmenar de Mendel, en el que quería cruzar diferentes razas de abejas, está siendo restaurado.
Sin embargo, su carrera comenzó con un gran fracaso: Mendel, hijo de un granjero de la actualmente comuna checa Hyncice, en la región histórica de Silesia, suspendió dos veces el examen de profesor de Ciencias Naturales. Tras sufrir lo que hoy se llamaría una crisis nerviosa regresó al convento de agustinos de Brno, donde había sido ordenado sacerdote. Allí, finalmente alguien reconoció su potencial: «La generosidad del abad Cyrill Napp fue enorme», afirma Rzonca. Tras su muerte, Mendel le sucedió al frente de la comunidad monástica.
Hasta el día de hoy, los investigadores se preguntan qué motivó a Mendel a realizar sus experimentos con guisantes, para los que evaluó más de 24.000 plantas. Un nuevo informe publicado en la revista Nature Genetics apunta a un indicio hasta ahora poco conocido.
En un artículo, Mendel había advertido de los peligros que suponía el gorgojo del guisante. ¿Quizás era su objetivo criar guisantes resistentes? Los autores, en torno al fitólogo holandés Peter van Dijk, sostienen que las investigaciones de Mendel surgieron de su programa de mejora genética.
El huerto donde ocurrió todo esto hace más de 150 años es ahora una obra en construcción. El invernadero donde Mendel protegía las plantas de las influencias externas está siendo restaurado y modernizado. En él se expondrán, entre otros, guisantes en todas sus fases de desarrollo. El proyecto es financiado por la Unión Europea en el marco de la cooperación transfronteriza entre la República Checa y Austria. Rzonca promete: «Será un lugar de encuentro».
Por Michael Heitmann (dpa)