Moscú, 15 jul (dpa) – Kylian Mbappé tiene 19 años y ya puede jactarse de haber conseguido lo que Cristiano Ronaldo y Lionel Messi no pudieron en toda una vida: un título mundial. Y encima anotando un gol en la final.
Si un día llega la «era Mbappé», entonces habrá que anotar al 15 de julio como una de sus jornadas fundacionales. En el escenario más grande que puede ofrecer el fútbol, el delantero dejó su sello al anotar el cuarto tanto de Francia en la victoria por 4-2 sobre Croacia en el estadio Luzhniki de Moscú.
Corría el minuto 65 de un alocado partido cuando el joven crack del Paris Saint-Germain recibió un balón en la puerta del área de parte de Lucas Hernández y lanzó un derechazo bajo y esquinado que no pudo contener Danijel Subasaic. Fue el 4-1, el gol que acabó por sellar el segundo título mundial de Francia y desatar la locura «bleu».
Y que inscribió para siempre al nombre de Mbappé en los libros del fútbol y de los Mundiales. El francés es, nada menos que detrás del brasileño Pelé, el segundo jugador más joven en marcar un gol en una final de una Copa del Mundo.
El atacante del «Équipe tricolore» tiene 19 años y 207 días. El mito brasileño tenía 17 años y 249 días en la final del 29 de junio de 1958. En ese entonces, Pelé marcó dos goles en la victoria de 5-2 de Brasil sobre Suecia.
El astro brasileño, tal como había hecho tras la exhibición de la «Pantera» en los octavos de final ante Argentina, de inmediato lo felicitó en Twitter: «Bienvenido al club, @KMbappe. Es grandioso estar en tu compañía».
Mbappé se convirtió hoy también en el tercer jugador más joven en jugar una final detrás de Pelé, cuándo no, y el italiano Giuseppe Bergomi.
El francés no sólo dejó hoy su marca en la final con un gol. También exhibió su talento y su potencia con varios desbordes que complicaron a la defensa croata. No fue un partido extraordinario del Mbappé, pero sí lo suficientemente bueno como para demostrar que está llamado a ser un jugador de época.
«Marcar en una final es siempre particular, trabajé para llegar a momentos como esos», dijo Mbappé después del partido. «No es el final tampoco, hay que continuar, tengo la ambición de llegar más lejos»
Tras el partido, Mbappé fue distinguido como el mejor joven del Mundial, casi una obviedad. El presidente francés, Emmanuel Macron, le dio entonces un beso paternal en la cabeza. Y la jefa de Estado croata, Kolinda Grabar-Kitarović, un enorme abrazo mientras «Kyky» sonreía con su cara de niño pícaro y señalaba el premio en sus manos.
El Balón de Oro al mejor del Mundial quedó para el croata Luka Modric, aunque tal vez sea cuestión de tiempo para que el jugador del PSG lo tenga en sus manos. Si las lesiones o el destino no le juegan una mala pasada, le pueden quedar hasta cuatro Mundiales más.
«Quiero llegar hasta donde mi potencial me lo permita (…), ganar un Mundial tan joven te entreabre otras puertas, ahora quiero seguir trabajando», señaló ambicioso.
El delantero cerró un torneo consagratorio con cuatro goles: uno a Perú en la fase de grupos, dos a Argentina en octavos -su mayor exhibición- y uno más en la final. Acabó además compartiendo el segundo lugar de la tabla de máximos artilleros por detrás del inglés Harry Kane, que se llevó la Bota de Oro con seis.
Hijo de una argelina y un camerunés, Mbappé no había nacido cuando Francia ganó su primer título mundial en 1998. Llegó al mundo el 20 de diciembre de ese mismo año en el suburbio parisino de Bondy, cuando ya habían pasado algunos meses de la victoria francesa en Saint-Denis. Hoy, dos décadas después de aquel 1998 tan especial para Francia, la «Pantera» también sabe lo que es alzar el trofeo más codiciado.
Por Tomás Rudich (dpa)