No poder tragar, tener que alimentarse a base de purés o incluso no poder comer nada por la boca y hacerlo sólo por sonda, son algunas de las situaciones que viven los pacientes que acuden a la consulta de Gemma Garmendia, otorrinolaringóloga del Hospital de Día Quirónsalud Donostia, en busca de una solución. “La disfagia orofaríngea, o la dificultad para tragar, sucede porque el proceso deglutorio por el que el bolo alimenticio, los líquidos y la saliva avanzan desde la boca hasta el esófago, no se realiza adecuadamente.”, explica Gemma Garmendia.
“La disfagia orofaríngea puede afectar a niños y a adultos, siendo más prevalente en los ancianos debido a que éstos padecen frecuentemente enfermedades que cursan esta dificultad para tragar como son los accidentes cerebrovasculares; enfermedades de Parkinson y Alhzeimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Por otra parte, el paciente anciano sano sufre cambios relevantes en el proceso deglutorio que le hacen susceptible de estudio y tratamiento por presentar riesgo de aspiración y malnutrición. De hecho se establece que el 40 % de los ancianos ingresados en residencias geriátricas sufren disfagia orofaríngea».
En la edad adulta, sin embargo, las secuelas de los tratamientos quirúrgicos y oncológicos de los cánceres de la cavidad oral, faringe y laringe son la causa más prevalente de disfagia orofaríngea, afirma la especialista quien añade que en la edad infantil la parálisis cerebral infantil, la prematuridad y las anomalías neurológicas son las enfermedades que más problemas dan. “La disfagia orofaríngea afecta al 80% de los niños que sufren enfermedades neurológicas y de éstos, entre el 3 y el 10%, padecen una alteración grave de la deglución”.
“Además, -asegura la otorrinolaringóloga-, muchos pacientes debido a sus dificultades para tragar, suelen empezar a apartar determinados alimentos, a restringir su dieta. Tienen miedo a atragantarse, no les es placentero comer de esa forma. De tal modo que poco a poco pueden entrar en malnutrición y deshidratación”. “Asimismo puede desviarse hacia las vías respiratorias produciendo aspiraciones de alimento con infecciones pulmonares o incluso atragantamientos que pongan en riesgo su vida”, añade.
“En esta situación el paciente pierde fuerza y entra en un laberinto de complicaciones. Se incrementa la posibilidad de padecer otras enfermedades o lo que es lo mismo, aumenta su morbilidad y sufre un deterioro progresivo evidente” explica Gemma Garmendia.
La disfagia se puede diagnosticar y tratar
Gemma Garmendia subraya que “la disfagia orofaringea existe y se puede diagnosticar y tratar. Mucha gente ignora este aspecto y asume que estas dificultades son parte de la enfermedad que padece y que hay que convivir con ella. Nosotros hemos conseguido retirar gastrostomías de alimentación, sondas que van directamente al estómago para alimentar al paciente, en repetidas ocasiones, devolviendo el placer de comer por la boca”.
¿Qué falta por hacer?
Asimismo, la especialista afirma que “a lo largo de estos 11 años de trabajo me he dado cuenta de la necesidad de formar e informar a cuidadores y familiares. Personas que en la sombra y sin grandes conocimientos, pero con la mayor dedicación del mundo, hacen lo que pueden en sus casas y hospitales en el día a día, dando de comer a las personas a su cargo”.
“Cuando vienen a mi consulta, se quedan un poco sorprendidos cuando empiezo a sacar galletas o purés y me intereso por ver cómo comen o les pregunto cómo le dan de comer, con que cuchara, a qué velocidad, en qué postura. Todos estos detalles son muy importantes para mí. Ahí percibo errores que pueden afectar negativamente a la alimentación del paciente y que se podrían subsanar con la formación adecuada. Hay que ver qué viscosidades y consistencias son las más adecuadas para cada paciente y enseñarles qué hacer en caso de atragantamiento. Detalles que pueden dar tranquilidad y seguridad”, concluye la especialista.
Sobre Quirónsalud
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