Carlos Mota Romero se declara fan incondicional del género fantástico, y después de su andadura como lector de estas grandes historias se lanza a publicar su primer libro: Fábulas, criaturas de un reino olvidado.
Lo ha hecho volcando en el texto un estilo personal y creando una narración llena de reveses, matices y grandes enseñanzas. Porque además de fantasía, Fábulas se sustenta sobre aquella mitología griega y romana que todavía hoy fascina. No solo trae a colación los nombres de importantes dioses y diosas, sino que también revisita los famosos escritos de Esopo, esas fábulas que ahora se convierten en cada uno de los capítulos del libro. Ya que Flora, la protagonista, también será una empedernida lectora de este tipo de textos.
La historia se centra en ella y en su aventura tras partir hacia la ciudad de Hermes, después de haber sufrido la pérdida de su querida abuela Sylvia, su único sustento emocional. Se verá entonces arrastrada a buscar un lugar para ella en el mundo, pero a mitad de camino se encontrará con Godrick, un muchacho de ojos bicolor tremendamente misterioso.
Se iniciará así entre ellos una extraña relación, un amor que fluctuará entre el peligro y la constante duda sobre los orígenes e intenciones de Godrick. Porque aunque ambos acaben formando un solo núcleo, vivirán juntos un vaivén de sucesos trepidantes provocados por el pasado del joven. Y esto, sin duda, desestabilizará a Flora hasta el punto de olvidar el límite de sus actos, las repercusiones de unas decisiones que, sin embargo, podría haber adivinado de no haber olvidado sus famosas lecturas fabulísticas.
Fábulas está marcado por ese reiterado despertar de la personalidad y los recuerdos de Flora, quien comienza un viaje iniciático en busca de un hogar y acaba perdiéndose en sucesos que jamás imaginó. “Creo que el pasado es quiénes somos, cómo hemos crecido, pero todo gracias a lo que hemos vivido. Es importante mantener el recuerdo vivo de quiénes éramos porque si no, como le ocurre a Flora, sentiríamos que nosotros mismos nos estamos perdiendo”, dice el propio autor.
No es por ello extraño el uso de la fantasía y la mitología para hacer hincapié en la importancia del pasado, no solo a nivel individual sino también colectivo, ya que al fin y al cabo trae a colación toda una tradición de reflexiones que propician el devenir de la persona o la sociedad. Por eso Mota ha construido su libro en torno a capítulos reconocibles para el lector, tanto para indicar con el propio título lo que esconde la narración como para ofrecer con cada historia una enseñanza útil.
“La moraleja de mi historia”, comenta Mota, “está bastante relacionada con el final de la misma. Flora acaba olvidando quién es y todo lo que aprendió, no supo ver lo que ocurría en su vida aunque estaba claramente obsesionada con las fábulas. Debemos aprender del pasado, porque mucho antes de haber nacido nosotros mismos otros ya superaron las mismas pruebas que la vida nos tenderá”. Esta es la conclusión del autor, que se traduce como una invitación a los lectores para adentrarse a una historia llamativa, fluida y rebosantede enternecedores y complejos personajes.