Hannover/Berlín, 15 abr (dpa) – Comprar por Internet es muy cómodo, y conseguir esos zapatos de marca a un precio rebajado es por supuesto el sueño de todo consumidor. Pero la popularidad de las ventas online está atrayendo a cada vez más páginas falsas que parecen muy profesionales pero que no cumplen con lo prometido.
La mercancía comprada nunca llega, tiene una calidad mucho peor que lo que se prometía y el cliente ha pagado por anticipado, por lo que no puede recuperar su dinero.
«Es bastante común el caso de los zapatos, sobre todo los costosos productos de marca, y de las chaquetas», señala Hans-Joachim Henschel, que trabaja en la Central de Prevención del Cibercrimen en la Policía de Baja Sajonia, Alemania. También se ofrecen a menudo electrodomésticos como máquinas de café, smartphones o televisores. Henschel opina que la cantidad de tiendas falsas es «bastante importante» y que seguirá aumentando, porque cada vez más personas compran en Internet.
Para el comercio minorista las ventas online son un motor de crecimiento. Pero no hay datos sobre las «fake shops». La Policía Federal alemana sólo recoge cifras sobre falsificación de mercancías y registró 70.506 casos en 2016, pero no puede decir si se incluyen aquí los casos de tiendas falsas o qué porcentaje representan.
Ningún organismo nacional -ni internacional- centraliza las investigaciones al respecto, lo que empeora el problema, subraya Henschel. De ese modo, muchos agentes hacen trabajo doble.
Ni siquiera hay una única forma de describir a estas webs: se habla de páginas falsas, tiendas falsas o «fake shops», por ejemplo, por lo que no es sencillo encontrar toda la información general sobre este tipo de criminalidad.
Otro problema es que las víctimas del engaño no suelen denunciar. A muchos les da vergüenza haber caído en la trampa, explica Henschel. Otros consideran que las pérdidas no son lo suficientemente graves: «por 50 euros no voy a ir a la Policía», piensan. Henschel pide un cambio de actitud: «Cuanto más denuncias, mayor la probabilidad de atrapar a los responsables».
Este experto defiende sobre todo la prevención. Junto con asociaciones de defensa del consumidor, alerta de todas aquellas webs que no tengan condiciones de uso y términos de privacidad claros fácilmente localizables, en las que no se pueda saber con certeza quién está detrás y dónde está la sede, y que sólo brinden la posibilidad de pago por anticipado en efectivo o por transferencia bancaria.
«Habría que tener cuidado cuando los precios son demasiado buenos para ser verdad», recomienda Britta Groß, del equipo de compras online de una organización de defensa del consumidor. Su grupo recibe unas 20 denuncias por mes, y normalmente cuando se avanza en la investigación las páginas falsas ya no existen, porque los responsables cambian a menudo de dirección.
Otra cosa que pueden observar con atención los usuarios es el link o URL de la página. En muchos casos la dirección no concuerda con el producto, por ejemplo en la web de una empresa de abogados se venden zapatos o ropa. Y también el lenguaje usado, que en muchos casos de falsificación suele ser muy básico o contener errores de ortografía o gramaticales.
Por Elena Metz (dpa)