La astronomía ha experimentado en los últimos años una actividad frenética en el campo de la detección y caracterización de cuerpos mayores fuera del sistema solar, llamados exoplanetas; pero la detección de cuerpos menores, como exocometas, no ha suscitado tanto interés hasta ahora.
Utilizando telescopios de todo el mundo, y con la colaboración de investigadores internacionales, el grupo de investigación Ontherocks de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), liderado por Eva Villaver, realizó un seguimiento sistemático de cien estrellas. Así lograron detectar una gran cantidad de material exocometario en la estrella Φ (Phi) de la constelación Leo.
De acuerdo con el trabajo, publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, la estrella muestra variaciones en determinadas líneas espectrales de elementos ligeros.
“Estos elementos solo aparecen al pasar un cometa muy cerca de la estrella, cuando se produce la evaporación del material”, explica Isabel Rebollido, coautora del trabajo que forma parte de su tesis doctoral.
La primera estrella en la que se detectó la presencia de exocometas fue β-Pictoris, hace 40 años. Hasta ahora, ninguna otra estrella había presentado la frecuencia de eventos de β-Pic. Esto convierte a Φ-Leo en la segunda estrella conocida en cantidad de material evaporándose en torno a la estrella y en un objetivo potencial para la búsqueda de exoplanetas, así como para el estudio de la formación y evolución planetaria.
Mensajeros del pasado
Los cometas son rocas compuestas principalmente de hielos de distintos elementos que orbitan en torno a una estrella. Cuando en su órbita atraviesan la zona más próxima a la estrella, parte de su masa se volatiza y presentan la cola de gas que los caracteriza.
Los cometas son los remanentes más antiguos de la etapa de formación del sistema solar. Por tanto, contienen una gran cantidad de información sobre el pasado y pueden aportar claves de los mecanismos de formación de los planetas. Incluso teorías de biogénesis involucran de un modo u otro a cometas que impactaron la superficie de nuestro planeta hace miles de millones de años, durante una etapa en la que el número de colisiones entre cuerpos era muy frecuente.
Los cometas que orbitan en torno al Sol generan vistas espectaculares en el cielo de nuestro planeta, como es el caso de los cometas Halley y Halle-Bopp. Otro cometa que recientemente se hizo famoso fue 67P/Churyumov-Gerasimenko, cuando sobre su superficie se posó la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA).
SINC