Este 14 de febrero se cumplen 128 años de la conocida como «la gran nevadona» o «la nevadona de los tres ochos» que mantuvo incomunicada la Meseta durante un total de doce días ya que las precipitaciones en forma de nieve alcanzaron los cuatro metros en la localidad leonesa de Villamanín –también afectó a la estación de Busdongo– y taparon las bocas de los túneles del ferrocarril.
La efeméride meteorológica coincide en el tiempo con la previsión de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que espera que a partir del domingo por la tarde comience a nevar, al menos hasta el martes, por encima de 500 a 800 metros de altura y que bajarán las temperaturas.
Esto provocará, según ha explicado a Europa Press la portavoz de la AEMET, Ana Casals, que entre el domingo por la tarde y el martes se podrá acumular hasta medio metro de nieve en las zonas de montaña de la meseta, tanto en el norte como en el sistema Central e Ibérico. También se prevén heladas generalizadas en el interior que en las zonas montañosas podrán dejar valores de hasta -10 grados centígrados.
Ante las consecuencias de la gran nevada de la que se tiene recuerdo en Cantabria y Asturias –nevó de forma continuada hasta el día 20, episodio al que siguió otra gran nevada que se prolongó hasta el 20 de marzo sumado a fuertes heladas–, la compañía ferroviaria movilizó todos los recursos humanos –250 obreros– aunque sus esfuerzos no tuvieron resultado por los continuos aludes que se producían, a lo que se sumaban los efectos de las fortísimas ventiscas que hacían inviable los trabajos de espaleo en las vías.
Según cuenta la historia, era tan fuertes las ventiscas que el viento introducían la nieve en el interior de los túneles hasta 70 metros lo que derivó en casos de túneles atiborrados de nieve al llegar por ambas bocas. Además, máquinas y vagones desaparecieron bajo la nieve que caía «a puñados».
Ante la falta resultados en los trabajos de los empleados de Renfe finalmente se incorporaron a las labores de limpieza de los túneles y de las vías 900 soldados lo que permitió que el día 26 de febrero cruzara Pajares el primer convoy que había estado detenido en la estación de León desde principios de la gran nevada.
Según consta en algunos documentos, un grupo de hombres que intentaba pasar de León a Asturias siguiendo la vía férrea tuvo que arrastrarse para poder salir de los túneles del ferrocarril debido a la altura de la nieve. En algunos puntos de la ruta en la zona de Pajares llegaron a abrir un surco sobre los tejados de los edificios.