(dpa) – El monte Cervino o Matterhorn transformó a la localidad de Zermatt, en el sur de Suiza, en un elegante centro turístico que no solo atrae a ricos y famosos, sino también a los verdaderos aficionados al esquí.
Tanto en verano como en invierno, turistas de todo el mundo acuden a los pies de esta espectacular montaña, que se eleva hasta una altura de 4.478 metros. Algunos la llaman «Miss Suiza de piedra» y es una de las montañas más fotografiadas del mundo.
Muchas personas desconocen que Zermatt comparte la vista del emblemático monte Cervino y la zona de esquí con el sencillo municipio de Breuil-Cervinia, en el Valle de Aosta. La fusión de ambas localidades resulta apasionante por sus contrastes, que incluyen también diferencias culturales.
Y apenas se cruza la frontera entre Suiza e Italia cambian también los precios de la comida y la bebida.
El Cervino, tal como lo llaman los italianos, tiene además un nombre especial para los habitantes de Breuil-Cervinia: el «Gran Becca» (Gran Pico).
El dialecto de la región es una mezcla de francés e italiano, las dos lenguas oficiales de la región autónoma del Valle de Aosta. El bilingüismo también es evidente en el doble nombre de la ciudad, con el francés Breuil y el italiano Cervinia, aunque la mayoría de los lugareños solo hablan de Cervinia.
En comparación con la parte suiza, Cervinia parece muy sencilla. «No es tan elegante como Zermatt», opinan muchos suizos. «No es tan estéril», replican algunos italianos.
La Chiesa di Maria Regina Vallis Augustanae, una iglesia en el centro de la ciudad, es un bonito motivo fotográfico con el monte Cervino de fondo. Pero el Matterhorn se muestra de su mejor lado hacia Suiza.
Visto desde Zermatt, a unos 1.600 metros de altura, el monte tiene un aspecto más espectacular. Y la iglesia de San Mauricio, junto al Gran Hotel Zermatterhof y el Museo del Cervino, tiene sin duda un aspecto más pretencioso que la modesta iglesia italiana de Santa María.
En cuanto al paisaje urbano, los suizos cuentan además con viviendas de madera y hoteles de más de cien años de antigüedad. En Cervinia, en cambio, las laderas se llenaron de complejos de hormigón, sobre todo en los años 70.
Sin embargo, además de los hoteles con cientos de camas, la localidad de Breuil-Cervinia, ubicada a más de 2.000 metros de altura, tiene también una serie de hoteles encantadores de hasta cinco estrellas.
En la competencia amistosa con sus vecinos suizos, los italianos ganan con su «cucina» y, por supuesto, los precios son mucho más bajos. Por un café espresso allí se paga un euro en lugar de varios francos en el lado suizo. La pasta cuesta casi la mitad y suele ser mucho más rica.
Por lo tanto, a la hora de comer hay mucho tráfico fronterizo sobre el glaciar, donde se puede esquiar todo el año, excepto en veranos extremadamente calurosos como el de 2022.
En Bontadini, Rocce Nere y otros restaurantes es difícil conseguir un lugar cuando hay antipasto, pasta o polenta al vapor con guiso de carne. Si además se acompaña la comida con un buen vino tinto comienza a aumentar el nivel de ruido, casi como en una «trattoria italiana».
El lado suizo se presenta más tranquilo. Allí también se puede comer excelentemente bien, aunque todo cuesta algunos francos más. Los restaurantes Zum See y el nuevo Stafelalp son muy buenas direcciones, al igual que el Findlerhof, el Paradise y el clásico Chez Vrony, un acogedor chalet con una vista espectacular del Cervino. Aquí es donde generalmente cena la fina sociedad esquiadora de Zermatt.
Los italianos no tienen refugios de montaña tan elegantes y tampoco cuentan con pistas tan variadas. Mientras que en las laderas italianas que dan al sur predominan las placenteras pistas anchas y soleadas, la estación suiza es -con cuatro zonas- más amplia, variada y exigente en cuanto a grado de dificultad.
Por otra parte, algunos remontes y estaciones de Cervinia están envejeciendo, a diferencia de las instalaciones suizas de última generación. Lo más destacado es el nuevo Matterhorn Glacier Ride, una telecabina que sube a la estación de montaña más alta de Europa, a 3.883 metros. Desde allí se pueden ver 38 picos de 4.000 metros y 14 glaciares.
El año que viene estará listo el último tramo del teleférico que enlazará Zermatt y Cervinia, permitiendo que todos los visitantes puedan moverse de una estación a otra, incluso sin esquís.
«Se podrá ir y venir no solo con los esquís durante el invierno, sino también a pie todo el año», señala Daniele Herin, director de Cervinia Bergbahnen.
Zermatt/Cervinia es la estación de esquí más alta de Europa y cuenta con 360 kilómetros de pistas. La temporada normal de invierno comienza el 1 de noviembre y termina el 1 de mayo (www.zermatt.ch und www.cervinia.it).
La estación de esquí de Zermatt es zona libre de coches. Se puede llegar en tren desde la cercana ciudad de Täsch, donde hay grandes aparcamientos. En tanto, Breuil-Cervinia está a unas dos horas en coche de Milán.
Por Bernhard Krieger (dpa)