Portugal es un destino ideal para los amantes del vino, ya que desde los blancos espumosos del Norte hasta los recios tintos del Sur, sus caldos son reconocidos internacionalmente.
«VinhoVerde», la especialidad del noroeste
En el Noroeste de Portugal se encuentra la zona vinícola de Vinho Verde, nombre que hace referencia a la uva todavía verde, sin madurar, que se emplea en la elaboración de este vino tradicional.
Unas 600 bodegas se sitúan alrededor de Ponte de Lima, Viana do Castelo, Guimarães y Amarante, donde cada verano (boreal) tiene lugar un festival en la abadía de São Gonçalo.
Cerca de Amarante, en la Bodega Quinta da Lixa, los visitantes pueden hacer su propio «vinho verde». En ella, el Hotel Monteverde, especializado en enoturismo, ofrece vinoterapia en su spa.
Vino de Oporto, de viaje a lo largo del valle del Duero
El vino de Oporto es el más famoso de Portugal y se elabora en unas 50 «quintas» en el valle del Duero (Douro en portugués). Las rutas siguen el río, y se pueden hacer en automóvil, tren o barco.
El Miradouro São Leonardo de Galafura ofrece espectaculares vistas de la región, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001. En ella, las viñas se cultivan en laderas empinadas.
El valle del Duero acoge ciudades medievales como Vila Real, Sabrosa –cuna del marinero Fernando de Magallanes–, o Lamego, que aún conserva su antigua judería.
Vila Nova de Gaia es el centro neurálgico del vino de Oporto. Además de un paraíso para los amantes de los caldos locales, en ella tienen su sede los principales productores.
Moscatel, la especialidad de Setúbal
Al sur de Lisboa, al otro lado del río Tajo, está la península de Setúbal, todavía poco turística a pesar de sus playas de arena blanca.
Cerca del Parque Natural de Arrábida se hallan la mayoría de viñedos de la zona, así como la ciudad medieval de Sesimbra. Las bodegas Quinta da Bacalhoa y José María da Fonseca ofrecen visitas guiadas. El vino de Setúbal es maridado con el «arroz de marisco», especialidad presente en los restaurantes de playa de la zona.
La mayoría de las bodegas se encuentran en pequeños pueblos, como Palmela y Vila Nogueira de Azeitão, donde el vino dulce combina perfectamente con el queso típico de Azeitão.
Alentejo, el hogar de los vinos más afamados
Al sur del río Tajo (Tejo en portugués), se producen los vinos tintos más famosos de Portugal. El paisaje de esta zona central del país se caracteriza por interminables bosques de alcornoques y olivares, y colinas llenas de viñedos hasta donde la vista alcanza.
El centro enoturístico de la región es Évora, desde la que parten diversas rutas hacia las zonas productoras más afamadas, como Borba, Portalegre, Redondo, Reguengos o Vidigueira. Junto a la frontera con España, la Serra de São Mamede acoge a varias bodegas.
Cerca del curso del río Guadiana se halla Reguengos de Monsaraz, «Ciudad Europea del Vino» en 2015, desde donde se pueden visitar bodegas antiguas como la Heredade do Esporão, donde se puede degustar vino tinto ecológico con un jugoso cordero alentejano.
Madeira, vinos dulces envejecidos en grandes barricas de roble
La isla principal del archipiélago de Madeira es conocida por sus vinos dulces. La uva es recogida tradicionalmente a mano y prensada con los pies descalzos en lagares situados en Câmara de Lobos, Ribeira Brava o São Vicente.
Una de las fincas más bellas es la Fajã dos Padres, que se encuentra sobre un acantilado de 300 metros de altura junto al mar. Los monjes franciscanos cultivaron allí las primeras viñas en el siglo XV. Actualmente, Fajã dos Padres es considerada la cuna del vino de Madeira.
Cada año, a principios de septiembre, se celebra en Funchal, la capital, la fiesta del vino de Madeira.
Recuadro: Rutas del vino en Portugal
Llegada: Numerosas líneas aéreas vuelan desde aeropuertos de toda Europa a Lisboa, Oporto, Faro o Madeira. Mejor alquilar un coche.
Mejor época para viajar: Todo el año, aunque septiembre y octubre ofrecen más actividades enoturísticas porque es época de vendimia.
Alojamiento: Además de hoteles convencionales de todas las categorías, hay numerosas fincas en las que se puede pernoctar.
Por Manuel Meyer (dpa)