(dpa) – Son necesarios para proporcionar cobertura de teléfonos móviles, realizar transacciones bancarias o utilizar sistemas de navegación: los satélites espaciales se utilizan desde hace tiempo para algo más que la investigación. Sin embargo, muchos de estos objetos voladores ya están fuera de servicio y, aun así, siguen orbitando alrededor de la Tierra como desechos espaciales. Con la ayuda de empresas emergentes, la Agencia Espacial Europea (ESA) quiere comenzar a poner un poco de orden, lo que promete llegar a ser un buen negocio.
Junto con la start-up suiza Clearspace, la ESA quiere enviar a órbita un robot que utilizará sus brazos de agarre para retirar escombros y satélites defectuosos. Está previsto que Clearspace-1 se lance al espacio en 2025 para que lleve a cabo su primera misión de limpieza. «El mercado aún está en pañales, pero tenemos que incentivarlo», explica Holger Krag, responsable del programa de Seguridad Espacial de ESA. La agencia invertirá más de 100 millones de euros en el proyecto, en cuya financiación también participan inversores privados.
Actualmente hay en el espacio más de 35.000 objetos de más de diez centímetros y 130 millones de fragmentos de materiales menores de un centímetro. «Como con todos los problemas medioambientales, hay que prevenir la basura antes de tener que eliminarla. ¿Somos buenos en la prevención? No», subraya Krag. Por ello, afirma, es necesario iniciar una campaña de limpieza. El plan es que los desechos se quemen al entrar en la atmósfera terrestre. El experto afirma que, en el futuro, habrá que evitar estos residuos desde un principio. «Exigimos que a partir de 2030, al final de cada misión, el objeto desaparezca», enfatiza.
«Por supuesto, necesitamos varios proveedores, de forma que se cree un panorama competitivo», explica Krag, y añade que el proyecto sigue siendo relativamente caro. «Claro que los viajes espaciales son costosos. Una misión de limpieza también lo es, sobre todo la primera», informa el experto. Krag señala que, en su ámbito, al igual que en el de la producción de automóviles, se apuesta por el desarrollo de rutinas. «Pero los costes siguen siendo millonarios en cualquier caso», puntualiza.
Manuel Metz, del Centro Aeroespacial Alemán, opina que de estas misiones de limpieza se puede derivar un futuro modelo de negocio. «La idea es muy clara: debe haber una perspectiva para implementar con él servicios y usos comerciales», señala el experto.
Metz explica que los robots en forma de pulpo que pescan los residuos en órbita no bastan por sí solos, sino que más bien debe haber una interacción de diferentes tecnologías. «Tengo la impresión de que la industria ve ahí una perspectiva de mercado. En varios países se están probando distintos enfoques», explica el astrofísico. En algunos casos, ya se están equipando los satélites con asas específicas para facilitar la retirada posterior de los objetos. Metz añade que las tecnologías de observación también son importantes para localizar los objetos con precisión.
La empresa emergente alemana Vyoma, por ejemplo, persigue una estrategia de monitoreo de este tipo. La start-up quiere utilizar sus propios satélites para recoger datos en tiempo real que permitan localizar la basura espacial. Stefan Frey, cofundador de la empresa, informa que en la órbita terrestre hay muchos satélites que tienen que hacer maniobras evasivas porque los datos tienen a veces hasta 48 horas de antigüedad. Los datos en tiempo real mejorarían la previsión de posibles colisiones con basura espacial y permitirían su retirada activa. Entre otros, los datos proporcionan información sobre si un objeto está girando y a qué velocidad.
Sin embargo, la recogida de datos no es barata. «Con una tecnología de sensores terrestres, el precio oscila entre 2.500 y 90.000 dólares al mes para la observación constante de un objeto», informa Frey, y añade que su start-up no quiere limitarse a un objeto, sino supervisar varios. «Apostamos por el efecto de escala», informa el empresario. Así, el monitoreo de un objeto llegaría a costar unos cientos de euros al mes, de manera que se podrían observar varios al mismo tiempo.
El lanzamiento del primero de los dos satélites Vyoma está previsto para 2024. Según Frey, el proyecto ya cuenta con clientes comerciales e institucionales. «De momento, el primer lanzamiento bastará para elaborar un catálogo de objetos de más de 20 centímetros», afirma. Al primer Vyoma le seguirán otros diez satélites de vigilancia. Tras una misión, los satélites se maniobrarán hacia una órbita específica para que desde allí comiencen a descender y se quemen en la atmósfera terrestre. «Al fin y al cabo, nosotros tampoco queremos empezar a dejar residuos en el espacio», puntualiza el empresario.
Por Jessica Lichetzki (dpa)