Se trata del reciclaje electrónico, una actividad encargada de hacerse cargo de la gestión de los aparatos al final de su vida útil, dándoles un trata adecuado y evitando que contaminen el medioambiente, así como permitiendo la reutilización de diferentes componentes para otras actividades.
Esta tarea, que aparentemente resulta tan importante, no se realiza correctamente en nuestro país. Al menos esa es la conclusión a la que llegó la Unión Europea en su estudio de 2016 y en el que señala posibles casos de fraude que afectan directamente a España.
«Como en todos los sectores, acudir a profesionales es la única forma de asegurarse un servicio eficaz, honesto y responsable». Estas tres características son las destacadas por Álvarez San Miguel, empresa especializada en el reciclaje electrónico.
De esta forma, según los datos que ha hecho públicos la Unión Europea, los españoles pagamos entre 5 y 30 euros cada vez que adquirimos algún equipo electrónico para que los fabricantes se hagan cargo de la gestión al final de su vida útil. Pese a esta gran cantidad, apenas se utiliza el 20% de ese montante para un correcto tratamiento.
Esto deja un panorama desolador, ya que el 75% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos no se gestionan de una manera responsable dentro de nuestras fronteras. No hay que destacar que esto implica un grave perjuicio al medioambiente y un importante riesgo para la salud de los habitantes, pero también es un caso claro de fraude a los consumidores, ya que abonan por adelantado una tasa por el reciclado que finalmente no se da.
Por tanto, cada vez que compramos un aparato estamos pagando por un servicio que únicamente se da en casos contados. Desgraciadamente España encabeza la lista de países con mayor fraude en el reciclaje electrónico de toda la Unión Europea, ya que solo uno de cada cuatro equipos recibe el tratamiento adecuado. La media europea de nuestro entorno no es mucho más alta, pero se sitúa en el 35%.
Eso sí, pese a que los procedimientos para la reutilización electrónica son los más bajos del entorno, la venta de aparatos de esta clase se ha triplicado durante los últimos tres años. Así, en nuestras fronteras se genera alrededor de un millón de toneladas de estos residuos cada año, de las cuales 750.000 podían ser aptas para el reciclaje.