Asturias es tierra de minas, fábricas y talleres que marcaron su historia reciente. Muchas de esas huellas se han convertido en Bienes de Interés Cultural (BIC), una figura de protección que garantiza su conservación y permite poner en valor el legado de la Revolución Industrial en la región.

Pozo Santa Bárbara (Mieres)
El más reciente en ampliar su protección es el pozo Santa Bárbara de La Rebaldana, en Mieres, donde ahora se incluye también el edificio del antiguo economato. Esta instalación no solo fue un espacio minero, sino también un núcleo social que refleja cómo Hunosa cuidaba de la vida de sus trabajadores a través de servicios complementarios.
Pozo San Luis (La Nueva, Langreo)
Otro ejemplo emblemático es el pozo San Luis, en La Nueva, Langreo. Sus castilletes y casas de máquinas son un icono de la cuenca del Nalón y un símbolo de la identidad minera de toda Asturias. Está considerado un conjunto de gran interés arquitectónico y social.
La Fábrica de Armas de Trubia (Oviedo)
Más allá de la minería, Asturias también ha protegido instalaciones fabriles como la histórica Fábrica de Armas de Trubia. Este espacio vinculado a la industria militar se encuentra en proceso de transformación, con un futuro que combina la memoria con nuevos usos sociales y culturales.
El puerto industrial de Avilés
En Avilés, el área del puerto y algunas instalaciones asociadas a la gran siderurgia han recibido un reconocimiento especial por su papel en la industrialización del siglo XX. Aunque no todas están catalogadas como BIC, varias forman parte del inventario de bienes patrimoniales de la región.
Patrimonio vivo y futuro turístico
La declaración de BIC no solo implica protección legal, sino también una oportunidad para convertir estos espacios en recurso turístico y cultural. Visitas guiadas, museos de la minería, centros de interpretación o actividades culturales ayudan a mantener viva la memoria del trabajo y a dar a conocer a nuevas generaciones un pasado que definió a Asturias.
Cada pozo, cada fábrica y cada taller protegido es un testimonio vivo de la historia industrial asturiana, un puente entre la memoria de los trabajadores y la oportunidad de construir futuro desde la cultura y el turismo.