(dpa) – La temperatura del agua, el tiempo de infusión y la cantidad de té son los tres factores que convierten al té verde en un verdadero placer para el paladar.
«Con el té verde es importante que el agua se haya enfriado un poco», explica Kyra Schaper, encargada de relaciones públicas de la Asociación Alemana del Té e Infusiones. «Este té es algo más sensible a las altas temperaturas y con el agua no demasiado caliente, a unos 80 grados, la experiencia del sabor resulta muy agradable», agrega.
Si no se dispone de un hervidor que indique la temperatura del agua, conviene hervir agua fresca con bajo contenido de cal y dejarla en el recipiente unos cinco minutos con la tapa abierta antes de verterla en la taza. Una bolsita de té o una cucharada colmada de té en hebras es suficiente para una taza de 200 mililitros. Para una tetera entera, se añade una cucharadita adicional, «para la tetera», indica Schaper.
El té verde debe reposar de uno a tres minutos. Si se emplea té a granel, las hojas se pueden usar hasta tres veces, por lo que se puede verter agua dos veces más después de beber la primera taza. «Siempre se deja que se empape el té un poco más en la tercera ronda. Pero eso ya es cuestión de gustos», señala Schaper.
Si el té verde se empapa más del tiempo debido, demasiados taninos se disuelven a la vez y tiene un sabor más intenso o posiblemente amargo.
A menudo el fabricante también ofrece indicaciones sobre la cantidad justa de té, el tiempo de preparación o la temperatura del agua. «Hay tantos tipos diferentes de té ofrecidos en tal amplia variedad que es mejor simplemente leer lo que se recomienda en el envase», aconseja Schaper.