(dpa) – Ranomafana (Madagascar) (dpa) – Las copas de los árboles crujen cuando los lémures dorados se desplazan ágilmente de una rama a otra. Entre salto y salto, los primates de grandes ojos saltones descansan, comen alguna hoja o mastican pacientemente un tallo de bambú. Sin embargo, esta calma en el Parque Nacional de Ranomafana, ubicado en el sureste de la isla de Madagascar, es engañosa.
Como la mayoría de las especies de lémures, los dorados (Hapalemur aureus), están en grave peligro de extinción. Las cifras hablan de menos de 250 ejemplares adultos, con evidencias de una continua disminución.
La Agencia de Conservación Internacional (UICN) califica a los lémures, que sólo habitan en la isla de Madagascar, como el grupo de mamíferos más amenazado del mundo. La causa principal es que su hábitat natural está desapareciendo debido a la tala y quema ilegal de los bosques tropicales. Los expertos estiman que el 90 por ciento de los bosques en Madagascar ya han sido destruidos.
Según los científicos, en los próximos 20 años se extinguirán decenas de especies. «En realidad ya estamos ante una situación muy crítica», advierte Peter Kappeler. El biólogo y antropólogo trabaja en el Centro Alemán de Primates en Gotinga, que desde 1993 también estableció un instituto para la promoción de la investigación y el entendimiento de los lémures en el oeste de Madagascar.
La deforestación de los bosques ha «aumentado dramáticamente» en los últimos años, asegura Kappeler.
Madagascar, la cuarta isla más grande del mundo, se separó del continente hace varios millones de años, por lo que la flora y la fauna se desarrollaron allí de forma aislada. Gran parte de las plantas y los animales que crecen en la isla son endémicos, es decir, no se encuentran de forma natural en ninguna otra parte del mundo. Por lo tanto, para los científicos, animales como los lémures son una ventana importante para investigar la historia de la evolución.
A través de estudios comparativos con otros primates y mamíferos, los principios básicos de la evolución se pueden describir debido al desarrollo independiente de los lémures», explica Kappeler.
«A través de estudios comparativos con otros primates y mamíferos se pueden describir los principios básicos de la evolución gracias al desarrollo independiente de los lémures», explica Kappeler.
En la isla en el sudeste africano existen alrededor de 110 especies de monos herbívoros de nariz húmeda. Algunos lémures pequeños son nocturnos y recuerdan a los roedores, mientras que otros son similares a los osos koala.
Los lémures grandes como el Indri pesan varios kilos. En tanto, la especie de lemur que tenían un tamaño similar al de un gorila se extinguió hace mucho tiempo.
La mayoría de las especies de lemur no se puede mantener en cautiverio. Una excepción son los kattas (Lemur catta), conocidos a través de la serie de dibujos animados «Madagascar» (2005).
La mayor amenaza para los lémures es el rápido crecimiento de la población de Madagascar. Según el Banco Mundial (BM), dos tercios de los aproximadamente 25 millones de habitantes viven en la pobreza, entre ellos también la mayoría de los pequeños agricultores. Estos utilizan fundamentalmente la agricultura de corte y quema, conocida localmente como «tavy», para convertir los bosques forestales en cultivos de arroz.
Sin embargo, después de unos pocos años, la tierra ya casi no tiene nutrientes y los agricultores se desplazan a otras áreas. La consecuencia es una drástica reducción de los bosques.
Además, muchos pobladores talan los bosques para obtener la leña para cocinar y o para vender madera tropical o carbón vegetal. Y pese a que rige una prohibición, los lémures son cazados para el consumo de su carne.
Entretanto, la UNESCO clasificó a los bosques tropicales del este de Madagascar como bien cultural en peligro de extinción.
Los lémures son una de las principales atracciones turísticas de Madagascar y de ingreso de divisas, pero las autoridades no implementan consecuentemente las regulaciones de protección que rigen para esta especie de primate.
Muchos expertos esperan que la expansión del ecoturismo pueda ayudar a los lémures: cuanto más dinero ingresen estos primates endémicos a la isla, mayor será la posibilidad de que se protejan los bosques y por lo tanto los animales.
El Parque Nacional Ranomafana recibe alrededor de 30.000 visitantes al año. El parque, protegido por la UNESCO, fue fundado en 1991 tras el descubrimiento de nuevas especies de lémures. Hasta la fecha, los investigadores han detectado allí 13 especies. Bajo la dirección de la primatóloga estadounidense Patricia Wright se estableció allí el centro de investigación ValBio, con casi 100 empleados.
Para proteger la selva tropical y los animales, el centro también ayuda a los residentes locales: ofrece capacitación agrícola y programas de salud y de divulgación sobre la importancia de los lémures. «Lleva tiempo, pero estamos avanzando», señala el director de ValBio, Pascal Rabeson.
Pero el turismo ecológico por sí solo no puede salvar a los lémures. La situación ya pasó a la fase crítica y es hora de tomar «medidas drásticas», como por ejemplo poner un cerco alrededor de todos los bosques aún existentes, sostiene Kappeler.
«Es ilusorio esperar que las condiciones de vida cambien o que se reduzca la presión sobre los recursos naturales como resultado de transformaciones políticas o proyectos de desarrollo», enfatiza el experto.
Por Jürgen Bätz (dpa)