Río de Janeiro, 1 nov (dpa) – De héroe de la lucha anticorrupción a ministro del ultraderechista Jair Bolsonaro: Sérgio Moro, el juez que encarceló este año al ex mandatario de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, aceptó hoy ser ministro de Justicia en el Gobierno del próximo presidente.
«El juez federal Sérgio Moro aceptó nuestra invitación para el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública», escribió Bolsonaro en Twitter para confirmar la designación del juez estrella de la megacausa sobre corrupción política «Lava Jato» («Lavado de autos»).
«Su agenda anticorrupción y contra el crimen organizado, así como su respecto a la Constitución y las leyes serán nuestro norte», agregó el próximo presidente. El nuevo Gobierno asume sus funciones el 1 de enero.
Bolsonaro, elegido presidente en la segunda vuelta de las presidenciales el domingo y criticado por sus posiciones extremistas, llegó al poder impulsado por el descontento de gran parte de la población debido a los escándalos de corrupción de los últimos años.
«Después de una reunión personal en la cual fueron discutidas políticas para la cartera (de Justicia), acepté la honrosa invitación», señaló Moro en un comunicado en el que dio a conocer su decisión.
El cargo «significa en la práctica consolidar los avances contra el crimen y la corrupción de los últimos años y alejar riesgos de retrocesos, por un bien mayor», explicó el magistrado.
Moro viajó esta mañana desde Curitiba, la ciudad donde funciona su tribunal en el sur de Brasil, para reunirse con Bolsonaro en la casa del presidente electo en la zona oeste de Río de Janeiro.
El tuit de Bolsonaro indicaba que el juez asumirá un ministerio con funciones ampliadas con asuntos de seguridad pública, hasta ahora llevados por otra cartera.
Moro, de 46 años, señaló que dejará los tribunales tras 22 años para iniciar su carrera política.
La oposición atacó a Moro acusándolo de confirmar su motivación política en el juicio contra Lula y en los casos que llevaba hasta ahora en el marco de «Lava Jato» con su entrada en el equipo de Bolsonaro. Moro estaba hasta ahora a cargo de los principales juicios de la investigación contra la corrupción política.
«Moro muestra su parcialidad en ‘Lava Jato’ al aceptar un cargo en el Gobierno de Bolsonaro», señaló el Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, en Twitter.
El PT, que gobernó durante 13 años, entre 2003 y 2016, acusa al juez de orquestar una persecución política contra Lula.
«Sérgio Moro decidió asumir su condición de político profesional», escribió también el joven líder de izquierda Guilherme Boulos.
«No hay problema alguno en que un juez deje la magistratura para hacer política. El problema es haber pasado algunos años haciendo eso vestido con una toga. Más que nunca, sus decisiones están puestas bajo sospecha», agregó el político del partido PSOL.
La entrada de Moro en el gabinete se daba por altamente probable después de que el juez reaccionara a una invitación pública hecha por Bolsonaro a comienzos de semana diciendo que se sentía «honrado» por la propuesta.
Varios críticos señalaron de inmediato que el acercamiento del juez a Bolsonaro podía comprometer la credibilidad de «Lava Jato».
«Me parece sorprendente hablar de que no se debe conversar con un presidente que acaba de ser elegido por más de 50 millones de brasileños», se defendió hoy Moro ante periodistas en el avión que lo llevaba de Curitiba a Río, antes de reunirse con Bolsonaro.
Moro condenó a mediados de 2017 a prisión a Lula a prisión, tras hallarlo culpable de casos de corrupción ocurridos durante sus dos mandatos.
Un tribunal de apelación subió la pena de nueve años y medio a 12 años en enero de este año. Lula está preso desde abril.
En los días finales de la campaña electoral, Moro fue también blanco de críticas de círculos de izquierda por haber publicado documentos bajo secreto judicial sobre los casos de corrupción del PT.
El candidato del PT y discípulo de Lula, Fernando Haddad, perdió la segunda vuelta electoral el domingo frente a Bolsonaro.
El ex militar, de 63 años, es visto por muchos brasileños como una amenaza para la democracia debido a sus declaraciones extremistas a favor de la tortura y la dictadura militar, y sus insultos a mujeres, negros y homosexuales.
Por Isaac Risco (dpa)